Los políticos dicen que ya no entre nadie más al sistema, que ya es suficiente con ellos.
Es por eso que en el Congreso se fragua un intento estas semanas de construir un muro lo más alto posible para que no lleguen inoportunos visitantes de fuera.
Para eso, la pieza clave parece ser controlar el TSE. Curioso presenciar cómo lo intentan. Taracena y Beltranena son especialmente cómicos al hacerlo, pues tienen mucho más en común de lo que nos quieren hacer ver.
En algunos momentos se nos presentan como grandes rivales ideológicos pero eso no es tan así, como bien se pudo escuchar esta semana en un audio que publicó la revista digital Nómada grabado en una sesión de la Comisión del Congreso encargada de una reforma electoral.
La conversación que se oye refleja que hay un intento para politizar el Tribunal Supremo Electoral con la excusa de que un ente que controla políticos debería estar conformado por políticos.
Eso es un delirio, tanto como decir que los entes que controlan a los criminales deberían estar gobernados por ladrones. Zorros cuidando gallinas, viejo cuento conocido en Guatemala.
La propuesta que está sobre la mesa para reformar el sistema de partidos y el juego electoral poco tiene que ver con cambiar el sistema. Intencionalmente se mira a otro lado. Están pensando más bien en mantener las barreras de entrada altas, en no permitir formas políticas más regionales y en poner trabas de operación.
El fomento de la competencia es clave para que exista renovación y para eso debe haber unos cambios contundentes en la ley. Poder conformar partidos de forma más flexible es clave. Lo difícil para estos será ganar las elecciones pero eso ya es otro cantar.
Lejos de fortalecer la clase política actual necesitamos más competencia, para poder tener posibilidad de votar al cambio. Si después de eso ganan los mismos nos merecíamos esta clase dirigente que tenemos. Nada más que decir.
Era normal que ellos quisieran detener los intentos de renovación. Era predecible que gritaran “¡Gobernabilidad, gobernabilidad!”, como una triste manera de convencernos de que la única alternativa al caos actual es consolidar el poder de ellos, de los mismos.
Lo que no sería normal es que esto que está pasando no nos escandalice y no nos haga reaccionar de una manera contundente. El mejor de estos caminos sería en la urnas pero una vez más el intento consistirá en ponernos a elegir entre la muerte y el fallecimiento, entre una cosa y lo mismo.
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