Los oficialistas llevan tres derrotas en fila. No se aprobó el presupuesto para el año próximo. Se descartó que Javier Hernández, jefe de bancada del bloque FCN-Nación, presidiera la Junta Directiva del Congreso. Y para rematar, no obtuvieron los 80 votos que necesitaban para que la planilla única que presentaron dirigiera los destinos del Organismo Legislativo en 2018.
Así las cosas, la decisión sobre quién organizará la agenda parlamentaria se retrasa para el próximo año. Las negociaciones habrán de efectuarse durante los convivios y los festejos de Navidad y Año Nuevo. Y se deberán alcanzar acuerdos antes del plazo fatal de 14 de enero, porque, como explicó Oscar Chinchilla, el aún presidente de este organismo, la elección ya no está en punto de agenda.
Javier Hernández, quien aseguró que este último fracaso obedeció al “egoísmo” del resto de diputados, adelantó desde ya que presentará una nueva alternativa el próximo mes. Mientras tanto, él y el resto de diputados cuentan con una magnífica oportunidad para mejorar la imagen del Legislativo (que está por debajo del suelo) y corregir la plana.
El proceso de elección de Junta Directiva debe abordarse con mucha más seriedad que la demostrada en las últimas semanas. Se supo de reuniones nocturnas, pero nada sobre los alcances, objetivos o planes de trabajo conversados. Se conocieron hasta ocho nombres de posibles presidentes, pero nada sobre qué consideraba prioritario cada uno de ellos.
El ejercicio parecía limitarse a lanzar nombres y ver con quién se llegaba a la mágica cifra de 80. Punto. Y la matemática volvió a fallarle a la alianza oficialista. Hubo, al final de cuentas, muchas más restas que sumas.
El papel que juega la Junta Directiva es fundamental. Sus nueve integrantes tienen el control administrativo y financiero del Congreso. Aprueban las compras. Firman los nombramientos del personal de apoyo. Controlan los viáticos. Y manejan, junto con los jefes de bloque, la agenda de trabajo, lo cual implica que toman las decisiones políticas que nos afectan a todos. En sus manos está, por ejemplo, el cuándo y el cómo de las reformas a la Ley Electoral y de Partidos Políticos, esa que la plaza reclama desde 2015 y no convence, hasta ahora, ni a tirios ni a troyanos.
Si queremos que el Congreso opere de forma eficiente y ágil, es fundamental que la Junta Directiva asuma un liderazgo propositivo desde su primer día de trabajo. Los guatemaltecos estamos llamados a conocer que se ha planteado como prioridad y qué objetivos pretenden alcanzarse. Hoy, el Legislativo cuenta con una oportunidad de oro para reconciliarse con la ciudadanía, la que ahora mismo aplaude que 158 piñatas de “diablito” se hayan colocado frente a las puertas de la sede donde se reúnen. ¿Por qué no empezar a hacer las cosas distinto? Ir más allá de sumas hasta alcanzar 80 sería un magnífico primer paso.
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