Una mala alimentación podría provocar enfermedades geriátricas a temprana edad.
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Mantener una sana alimentación no es tarea fácil, sobre todo por el entorno en el que vivimos. La nutricionista y doctora en Bioquímica, Emilia Gómez Pardo explica la importancia de tener buenos hábitos alimenticios desde temprana edad.

"Somos lo que comemos, pero comemos lo que compramos", advierte Gómez Pardo. Y es que actualmente, diversas afecciones tales como diabetes, cáncer, enfermedades respiratorias y cardiovasculares han comenzado a detectarse en personas alrededor de los 20 años de edad.
Esta es una alerta suficiente para replantear la forma en que comemos, ya que se habla del surgimiento de problemas de salud propios de personas mayores.
Millennials en riesgo
Pardo afirma que a partir de los 20 años se ha detectado cifras "altamente preocupantes" de enfermedades derivadas de la alimentación y hábitos en etapas previas. Por lo tanto, la generación nacida en las últimas dos décadas del siglo XX tiene el doble de riesgo de contraer cáncer por el estilo de vida, y por la mala alimentación que adquirieron desde niños.
La nutricionista recalca que es necesario "vaciar los refrigeradores y despensas de alimentos insanos promovidos por lo que se considera un marketing depredador", para evitar los efectos que cada vez son detectados a edades más tempranas.

Predicar con el ejemplo
El fin principal de hablar de esto y tomar consciencia es que al llegar a la edad adulta, no existan factores de riesgo causados por mala alimentación. La investigadora recomienda a los padres "predicar con el ejemplo, porque el estilo de vida se hereda".
¿Qué productos consumir?
Gómez Pardo recomienda tener una despensa con: frutas, verduras, legumbres, lácteos no azucarados, huevos, jamón, pescado, frutos secos y cereales. Evitar el consumo de productos procesados, como carnes rojas, patés, embutidos y dulces.
Además, tener una buena alimentación beneficia a la salud mental. Un estudio ha demostrado que los jóvenes entre 18 y 35 años con síntomas de depresión y una alimentación balanceada presentan mejorías en su condición.
