"A veces quisiera que pasaran disparando en la noche", dijo Don Byron levantando los brazos e imitando el gesto de quien dispara al aire con una ametralladora. "Solo para no perder la costumbre".
Don Byron, el padre de uno de mis mejores amigos, quien también se llama Byron, vive en La Verbena, un sector de la zona 7 donde más de algún vecino se dedica al narcomenudeo o la extorsión.
En aquella ocasión, Don Byron ironizaba sobre la extrañeza que le producía la calma tensa que reinaba luego de que las autoridades decidieran enviar un destacamento militar a la zona como medida para combatir a la delincuencia.
Don Byron y su esposa siempre me reciben con un caldo de gallina y cerveza en una casa donde siempre hay bullicio y algarabía. A las comidas familiares llegan hijos, hermanos, tíos, abuelos, amigos y hasta las novias de los hijos. Sentados a la mesa, todos estallan en carcajadas con las ocurrencias de Don Byron.
"Tenemos unos vecinos que les dicen los micos tristes porque siempre andan así", dijo Don Byron en otra ocasión, haciendo una mueca y torciendo las comisuras de la boca.
Su sentido del humor siempre me recordó a mi tío Jorge, un primo de mi madre que jamás perdió la sana costumbre de reírse de todo y de todos. Se reía del Alzheimer de su madre, del hecho de que yo había llegado a México hablando con acento guatemalteco y se reía de sí mismo, por supuesto.
El tío Jorge contaba chistes sobre su reciente divorcio, la pérdida de todos sus bienes en una larga batalla legal con su ex esposa y el cáncer que le acababan de diagnosticar.
Sospecho que cuando La Muerte se deslizó por debajo de la puerta y entró sigilosamente a su habitación de hospital, hace un año, él le guiñó el ojo, le pellizcó el trasero y le contó un chiste.
Y es que el humor es una válvula de escape pero también es una forma de resistencia porque si eres capaz de reírte del hecho de que tu divorcio te dejó en la penuria o de que vives en un barrio donde mañana a día puede alcanzarte una bala perdida, te sacas el aguijón y neutralizas la picadura, desafías a la muerte y no te doblegas ante el dolor.
A pesar de que en Guatemala hay tantas cosas que duelen: la violencia, la pobreza, el hambre, la corrupción...los chapines tienen la capacidad de reírse y a diario producen un sinfín de memes que se burlan de todo, desde el enorme parecido entre la peluca de Blanca Stalling y los pelos de la Chimoltrufia, hasta los excesos de Roxana Baldetti y los asaltantes con cara bonita. Ojalá nunca la pierdan.
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