Nunca supe cómo se llamaba. Solo lo miraba andar siempre ensimismado, con las manos en la bolsas, con la mirada fija a algo que tampoco sabemos qué era.
La primera vez que lo vi tuvo que haber sido en algún momento del 2008, cuando me mudé a vivir al Centro Histórico. Era uno de los personajes más emblemáticos del gran barrio de la zona 1, de la comunidad de los fantasmas y los pasos pero de día. Este personaje del Centro solía vestir con ropa que, podemos imaginar, recogía de la calle, de algún basurero quizá. Sus zapatos casi siempre eran tenis muy deteriorados con los que caminaba bastante cómodo, porque lo suyo era caminar y caminar y caminar. Y estar en silencio, pensando en ese punto fijo que seguimos sin saber qué es.
Más de una vez lo vi caminar carcajeándose, algo dentro de él le provocaba no una risa, sino carcajadas. Caminaba, en silencio, en su propia ruta, riéndose con todo, y aún así, discreto. Solía usar pantalones cortos y sus piernas morenas eran rollizas, como de un gran deportista.
Era bastante alto, seguro superaba el 1.70, y tenía el cabello largo y enmarañado como en una gran rasta, que imaginamos, se le fue formando a fuerza de preocuparse más por el monólogo interior de su andar silencioso por las calles del Centro, que por ver dónde vendían shampú y donde encontraba una ducha. Era bastante joven, yo le calculo que andaba por la década de los 30 y aunque intenté saludarlo más de una vez, fue inútil, él andaba en su mundo y ahí no cabíamos nosotros, solo las calles.
Este caminante de las calles del Centro fue víctima de la violencia. Al parecer fue asesinado por una misma persona que violó y mató a varios indigentes en esa sección de la ciudad. Una especie de asesino en serie que se dedicó a matar indigentes, muchos de ellos con alguna enfermedad mental, con lo horrendo que se escucha el término. Y este asesino se puso a la tarea de elegir, buscar, agredir y matarlos.
La semana pasada el vicepresidente Jafeth Cabrera declaró: “La pena de muerte debe existir porque hay delincuentes que tienen cuadros psiquiátricos y muchos de los que delinquen y matan son esquizofrénicos".
Jafeth es médico cirujano y defiende la pena de muerte en relación con la esquizofrenia. Desconoce Jafeth que un esquizofrénico no puede tener responsabilidad penal, precisamente por eso. O lo sabe y decide colocarse en el rol del asesino de indigentes. De ser así, señor Cabrera, es usted un peligro para la vida, para la ciudadanía. Los últimos que defendieron esa forma la pena de muerte fueron los nazis, eso sí lo sabe, ¿verdad?
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