Gracias señor Presidente, por dividir (aún más) a una sociedad que no ha podido cicatrizar heridas que datan de décadas. Con su actitud irreflexiva (e ilegal, según la resolución de la Corte de Constitucionalidad) exacerbó los ánimos de tal forma, que hoy están en la calle los “pro Iván” y los “anti Iván”, sin que quepan matices.
Al no explicar con serenidad las razones por las cuales usted viajaba a Nueva York ni los reclamos que podía hacer al trabajo del comisionado Velásquez, perdió una valiosa oportunidad para que, utilizando los mecanismos contemplados por la ONU y el Estado de Guatemala, se enderezara un rumbo, si es que había que hacerlo, y se mejorara el trabajo que ha dejado resultados que saltan a la vista.
¿Sabe algo? Los guatemaltecos tenemos la capacidad de escuchar, comprender y analizar. Ni la CICIG ni el MP son infalibles. En todas las instituciones se cometen errores, y si usted hubiera señalado alguno digno de destacar, estoy segura de que se hubiesen enmendado las planas por el bien de Guatemala. Pero con una declaratoria de “non grato” producto a todas luces de un berrinche (o de una desesperación), nos deja de momento con pocas opciones y con una sensación imperante de “cerrar filas”, no precisamente en el mejor de los términos.
Gracias señor Presidente, por darle nuevo aliento a las mafias. Esas que se están regodeando por lo que ocurre y aplauden la inestabilidad que se generó durante la última semana. ¿Qué opina de que Otto Pérez Molina le esté dando la razón? El gobierno que usted encabeza ha tenido que padecer los efectos de una administración que arrasó con todo lo que pudo. Me refiero a esas finanzas estatales maltrechas que usted encontró, así como a las carreteras destrozadas y los hospitales sin medicinas. ¿O es que ya lo convencieron de que lo del Partido Patriota es “persecución política” y que aquí no pasó nada? ¿Acaso ya se creyó eso de que los yates y las fincas se pagaron con el sudor de la frente de los ex funcionarios y que aquí solo es casualidad que los niños se sigan muriendo de hambre?
Gracias señor Presidente, por cortar procesos de tajo. Lucrecia Hernández Mack (y su equipo) tenían el rumbo claro y contaban con su respaldo. Los tres diplomáticos de carrera que ya no están en el servicio exterior (Carlos Raúl Morales, Ana María Diéguez y Carlos Ramiro Martínez) habían dedicado su vida a este país. No eran profesionales improvisados ni “recomendados” de nadie.
Gracias señor Presidente, por asistir a una reunión de la ANAM en donde el alcalde capitalino Alvaro Arzú, exaltado por el ambiente de patrioterismo barato que se respiraba, dijo estar dispuesto a “dar la guerra”. Era justo el mensaje de conciliación que se necesitaba. Por todo esto, y por no dar muestras, de momento, de querer ser la figura de unidad nacional que se hace urgente e indispensable, le doy las gracias señor Presidente. La patria también se lo reconocerá.
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