De urgencia nacional, 106 diputados convirtieron oficialmente a Guatemala en un paraíso criminal, en un sesión que se transformó en un asalto monstruoso a la justicia del país.
En vísperas del recorrido de las antorchas y del feriado del 15 de septiembre, a pocas horas de haber protegido al presidente Jimmy Morales de una investigación por financiamiento ilícito, los diputados hicieron lo impensable: le dieron rienda suelta a la corrupción y a centenares de delitos que ahora, gracias a ellos, están a punto de ser excarcelables.
Actuando como una hueste de capos, los diputados votaron con alevosía para derrumbar de un solo mazazo el delito de financiamiento electoral ilícito.
El efecto práctico de esta puñalada es otorgar una amnistía llana y absoluta a las decenas de personas que hoy están acusados de este delito o temen serlo: en particular, los secretarios generales, actuales y pasados, de todos los partidos, en cuenta el presidente Jimmy Morales, y los financistas de campañas políticas, desde los narcotraficantes hasta los empresarios incautos o mañosos que han apadrinado a gobernantes y opositores.
No satisfechos con ello, los legisladores también se recetaron una rebaja bestial en las penas de los delitos. Los mismos diputados que hace pocos días vociferaban clamando por la pena de muerte, a sabiendas de que eso es show, ahora le quitaron las trancas legales hasta a los pandilleros.
Gracias a su actuar abominable, los delitos sancionados con menos de10 años de prisión ahora son excarcelables o conmutables: es decir que el condenado puede salir libre, siempre y cuando pague un máximo de cien quetzales por día de prisión.
Así ablandaron las condenas para más de 400 delitos entre los que destacan estos: robo, hurto agravado, extorsión, trata de personas, falsedad, estafa, agresión, facilitación de prostitución, posesión de pornografía infantil, explotación sexual de menores, entre otros.
A partir del momento en que estos decretos monstruosos sean sancionados y publicados en el Diario Oficial, miles de pandilleros podrán aplicar a estos beneficios y salir de la cárcel tan campantes, gracias a una módica suma.
Saldrán igualmente todos los delincuentes de cuello blanco que hoy guardan prisión preventiva, en especial los que se sirvieron con la cuchara grande.
La libertad de todos esos canallas –y la impunidad insolente de los políticos y sus padrinos-- se pagará con lo que quedaba de paz social en Guatemala.
A los guatemaltecos nos corresponde defender a nuestro país de este asalto de esbirros, que se operó en el Congreso, pero óigase bien, que tiene socios conspicuos en el Ejecutivo, en el Mariscal Zavala y en las mafias de cuello blanco que posan con disfraz empresarial pero que hicieron de la corrupción una forma de vida.
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