James Morales, usted ha traicionado el mandato que recibió en las urnas. Una promesa, una sola, se esperaba que usted cumpliera. “Ni corrupto ni ladrón”, dijo en sus discursos. Era lo único que esperábamos de usted y fracasó.
Usted nos ofreció, con voz apostada de comediante, palabras vacías. En cambio, Iván Velásquez, con la colaboración heroica de los operadores de justicia de Guatemala, encabezados por Thelma Aldana, nos ofreció resultados genuinos.
Gracias a esa lucha contra la corrupción que fue ejemplo ante el mundo, cayó el gobierno más corrupto de nuestra historia reciente. ¿Estarían en la cárcel hoy Otto Pérez, Roxana Baldetti y sus ministros si Iván Velásquez no hubiera estado aquí, al frente de la CICIG? Sabemos que no.
Ahora usted se ha visto en ese espejo, se ha visto como otro más en Mariscal Zavala, y por eso ha decidido rodearse de las fuerzas más siniestras de este país y poner fin a ese empeño, a su expresión más exitosa.
Usted sabe, James Morales, qué tratos hizo en campaña: qué negoció, qué dinero recibió, de quién lo recibió, en qué cuentas lo guardó.
Existen graves sospechas de que el partido oficial, FCN Nación, del cual usted era Secretario General, recibió dinero del narcotraficante Mynor Francisco Monroy, “El Fantasma”. Usted era socio de Othmar Sánchez, cuyos contratos con el Estado han sido cuestionados. Y sabemos que su hermano y su hijo no tenía reparo en incurrir en prácticas ilícitas de poca monta: que se prestaban a falsear procesos de licitación y documentos contables para obtener recursos públicos.
Usted, que tanto le gusta citar la Biblia, sabe que eso debió alertarnos. Porque quien no es fiel en lo pequeño, no lo es en lo grande.
Por eso, James Morales, usted ha traicionado su misión histórica. Guatemala tenía una gran oportunidad después de la crisis de 2015. Existió –y yo confío en que aún existe-- el espacio para transformar el país, para cambiar las reglas del juego.
Pero en vez de librar la lucha frontal que usted prometió, se lanzó a los brazos de las fuerzas más oscuras: las del Congreso y las de las mafias, los esbirros que operan en las sombras, esas redes criminales con tentáculos en el Estado y todos los gremios, esos aparatos clandestinos por los que se creó CICIG.
Usted antepuso su cobardía y su beneficio personal a los intereses de la Nación, para salvarse usted y para defender a quienes tienen miedo de posibles procesos.
Hay responsabilidades históricas, James Morales, y todos y cada uno de los guatemaltecos debemos responder con altura y coraje para defender la Constitución pero sobretodo, para defender lo que es justo y decente.
Usted traicionó a Guatemala, James Morales. Y como se lo advirtieron desde el día que fue juramentado, el pueblo y la historia se lo reclaman.
Si quiere ser digno, lo que le queda ahora es acatar el fallo de la Corte de Constitucionalidad y renunciar.
Sepa James Morales que si esta crisis no se resuelve por la vía legal, pacífica y serena que está marcada, sepa que usted, además de traidor, será el principal responsable.
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