Miren bien la cara de este hombre. Los pómulos marcados, de calavera. Los ojos pardos bajo esas cejas ralas. La nariz irregular, como quebrada en alguna pelea de juventud. Los labios sin quiebre. La manzana de Adán saltada, el cuello largo y delgado.
No se fijen tanto en el pelo. Es lo más rápido y fácil de cambiar, como bien lo demostró Marixa Lemus, “La Patrona”, quien fue detenida la semana pasada en El Salvador, transformada en pelirroja.
Esa melena que alguna vez se distinguió en los estadios, ya no debe existir. Es probable que ahora lleve el pelo al rape, o que se lo haya dejado negro o platinado.
Él es Emerson Marroquín, ex jugador del Xelajú y principal sospechoso del asesinato de la joven arquitecta Gabriela Barrios López, muerta a puñaladas el 4 de febrero de este año.
Me atrevo a señalar a este hombre así, con su fotografía, porque lo denunció la madre de la víctima, Lili López, quien se escapó de morir con su hija en una ataque de película de terror, en una casa deshabitada en Cantel.
Las dos mujeres llegaron al lugar en la mañana, porque querían alquilar el inmueble, que según tengo entendido, pertenece a la familia de Marroquín. Ahí las atendió Marroquín, quien se ofreció a mostrarles la casa. Con engaños, diciéndoles que valía la pena ver el enorme terreno de la propiedad, por donde pasa un río, las llevó a la parte trasera del lugar. Ahí, en una caseta, se lanzó sobre ellas y las molió a golpes. Luego, las hirió con un arma hechiza, un palo armado con clavos punzantes. A las dos las dio por muertas.
Con Gabriela, la más joven, y en quien más se ensañó, no se equivocó. En cambio, su madre sobrevivió el ataque, se arrastró fuera del lugar en horas de la tarde, y así logró salvarse y denunciar al asesino de su hija, desde ese sábado de febrero.
Inexplicablemente, las autoridades no fueron a buscar ahí mismo a Marroquín para detenerlo. Lo dejaron pavonearse por la ciudad durante días.
Han pasado ya casi cuatro meses y hasta hace un par de semanas, el Ministerio Público y la Policía Nacional ejecutaron varios allanamientos en Quetzaltenango, en busca de Marroquín.
Quien sabe si lo encuentren, porque toda la ciudad de Quetzaltenango sabía, desde hace semanas, que Marroquín tenía orden de captura y estaba en la mira de las autoridades. ¿Seguirá escondido? ¿O estará ya en México, en Belice o en Honduras, incluso en algún barrio de Los Ángeles, esperando que pase el alboroto, que los deudos de Gaby se resignen, que la gente olvide su crimen?
Por eso, miren bien ese rostro. Denuncien si lo ven. Compártanlo en redes sociales. Quien quita que alguien lo reconozca y lo puedan atrapar, aquí o fuera de aquí.
No solo por hacer justicia para Gabriela Barrios López, una joven de 25 años que estaba por graduarse, por comprometerse y empezar una familia. Denuncien a Emerson Marroquín por otras mujeres que podrían ser sus víctimas.
Se sospecha que esta no es la primera vez que Marroquín comete un crimen como este. El novio de Gaby, Erick Lancerio, asegura que en Quetzaltenango se han oído de otros casos de agresión que lo involucran, pero que nadie se había atrevido a denunciarlo por considerarlo protegido bajo el halo del fútbol.
Según Lancerio, Marroquín no conocía a Gaby ni a su madre. No tenía asuntos ni rencores con ellas. No les robó nada. En otras palabras, este crimen no tiene un móvil lógico.
Eso sí, Marroquín tie antecedentes de persona violenta: en el fútbol y en su trayectoria personal. Afirma Lancerio que desde que se retiró del fútbol y se dedicó a vender autos usados, en sus afanes comerciales intentó llevar a varias mujeres a lugares solitarios, como la casa de Cantel donde fueron atacadas Gaby y su madre, para agredirlas. Además, se sabe que en las cercanías de la casa donde ocurrió el asesinato, han violado a varias mujeres.
Según Lancerio, Marroquín podría haber asesinado a otras personas, como lo hizo con Gabriela y lo intentó con su madre. Porque si doña Lili López no hubiera sido favorecida con el milagro de seguir viva, pese a las múltiples heridas, ¿quién hubiera adivinado que el agresor era este futbolista? ¿quién lo hubiera denunciado?
Si es cierto que Marroquín es un psicópata, volverá a atacar. Encontrará la manera de atrapar a otras mujeres, para sentirse poderoso, para gozar al someterlas con sus puños, para sentir que puede hundir un arma en la carne suave de una nueva víctima hasta apagar su último grito.
Por eso miren bien ese rostro. Piensen en esa sombra delgada, huesuda, con los pómulos marcados. Los ojos pardos. Hay que denunciarlo. Ante todo, para que el asesinato de Gabriela Barrios López no quede impune. Pero también para que este personaje no cobre otras víctimas, para que no vuelva a matar.
Las opiniones publicadas en las columnas son responsabilidad de su autor, no de Soy502
Infórmate de los antecedentes de este caso:
Lee más de Dina Fernández: