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El aterrador relato de una víctima de violación y su calvario

  • Por Jessica Gramajo
22 de agosto de 2019, 05:00
En paz y sin rencor, una joven guatemalteca contó la aterradora historia que sufrió cuando fue víctima de abuso sexual en la ciudad. (Foto: Pixabay)

En paz y sin rencor, una joven guatemalteca contó la aterradora historia que sufrió cuando fue víctima de abuso sexual en la ciudad. (Foto: Pixabay)

"No odio a los hombres. No lo odio a él, no hay odio en mi corazón", afirmó una víctima de violación sexual que se armó de fuerza y valentía para contar su historia en Twitter. En su aterradora historia, "Rogue a la Tortrix", como se le conoce en la red social, narra cómo fue víctima de un hombre que la asaltó y luego abusó de ella.

En su relato, Rogue deja ver cómo el sistema la revictimizó haciéndola atravesar un calvario burocrático que la mantuvo por más de doce horas entre médicos e investigadores; hasta cómo una de las agentes de la Policía Nacional Civil hizo comentarios inapropiados.

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"La fecha no se me va a olvidar jamás: 9 de marzo de 2009, tenía 17 años. Había pasado toda la tarde acompañando a mi papá en su trabajo. Cuando empezó a caer el sol, emprendí mi regreso a casa, mi papá continuó en su labor", inició así su narración publicada en Twitter y que ya alcanzó más de 1,700 likes y ha sido compartida por 698 usuarios. Esta historia es replicada con la autorización de la víctima.

"Era la hora del tráfico, decidí caminar hasta llegar a la parada de bus que estaba bastante concurrida. Sin imaginarlo, un hombre se me acerca y me llama por un nombre que no es el mío. A pesar de mi asombro, me toma del brazo, presiona algo contra mi cintura, me exige que no grite y me pide mi teléfono celular. Con el miedo como sombra, se lo entrego, pensando que allí terminaría todo, pero no fue así.

En lugar de alejarse, el hombre me abraza y me 'pide que lo acompañe a dar un paseo', mientras presiona contra mi cuerpo, lo que creo que es un arma de fuego, y me repite que no grite o me matará. Las lágrimas se hacen presentes, solo soy capaz de llorar sabiendo que allí empezará el calvario.

Bajo amenaza me dirige a una calle menos concurrida, pero aún con gente. Me empuja contra un hueco en la pared y empieza a tocar mis senos. Al ver mis lágrimas, me exige que no grite y que deje de llorar o me va a matar. Aunque veo a personas pasar, nadie nota nada o peor aún, nadie quiere notar nada, así que solo rezo y lloro.

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A base de jalones 'continuamos el paseo'. Atravesamos la carretera y me dirige a la parte trasera del Zoológico La Aurora. El lugar es desolado, oscuro y tenebroso, cual augurio de mi noche. Me recuerda que si no lo obedezco me mata y amablemente me obliga a practicarle sexo oral. Le pido a Dios que me proteja, que recuerde que soy su hija. El 'monstruo' solo le pide que lo haga bien para 'no enojarlo'.

Sin más decide que quiere más, intento resistirme, pero me golpea y amenaza de nuevo con matarme. Al detenerme me arranca el pantalón de un solo golpe y se posa sobre mi y culmina su acto. No sé cuánto tiempo fue, sólo sé que el tiempo se detuvo. Quedo destrozada. Aún así, se atreve a decirme que ojalá no me contagie de SIDA (Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida) y que no se equivocó en elegirme.

Aún posado sobre mi, aparecen dos hombres que asaltan al sujeto y le quitan lo que llevaba, incluyendo mi teléfono celular y el arma con el que me amenazaba. Salen huyendo. El monstruo me golpea y me culpa. Pero ahora no hay arma, ya no hay amenaza de morir de un disparo. Así que me armo de valor, me defiendo, lo pateo y salgo corriendo..."

Inicia la revictimización

"...Estoy descalza y medio desnuda. Intento reaccionar rápido, debo decidir entre cruzar el Bulevar Liberación con tráfico o usar la pasarela oscura. Me atravieso entre los carros y llego a la gasolinera donde le pido a un taxista que me lleve a casa. El hombre se negó porque le puedo acarrear problemas, pero me señala dónde está la patrulla más cercana y me dirijo corriendo a ellos.

Son varios policías, entre ellos una mujer, les cuento mi desgracia y uno se dispone a ir a buscar al hombre, pero la mujer policía lo cuestiona, pues a su criterio el hombre ya se marchó del lugar, a pesar de que no habían pasado ni 10 minutos. Los agentes llamaron a los bomberos, quienes me dirigen al Hospital Roosevelt. Mientras cuento mi historia, llaman a mis padres. Sólo responde mi papá, no hay manera de localizar a mi madre.

En el hospital continúa el suplicio. De nuevo, debo relatar a los médicos lo sucedido, mientras me toman muestras de sangre y me proporcionan un cóctel de pastillas, todas me las debo beber con poca agua, para 'cuidar la evidencia'. Papá está afuera. Mamá no aparece. Ya no lloro, creo que se acabaron las lágrimas. 

A eso de las 23 horas veo por primera vez a mi mamá. Está pálida y con los ojos vidriosos. Me lleva ropa, me abraza y me dice que todo va a estar bien. Luego de hablar con el médico, le pide poner la denuncia. Pasada la media noche nos dirigimos al Ministerio Público. Está desolado y oscuro, pero debo ser valiente. De nuevo, me piden relatar lo que pasó y me toman más muestras de sangre. Ya las venas de mi brazo no funcionan, así que las toman de mi manos, ver la sangre me produce náuseas.

Tengo hambre, quiero comer, pero deben tomar más muestras de mi boca. Quiero ir al baño, pero deben tomar más muestras de mis genitales. Quiero llorar, pero ya no hay lágrimas. Quiero despertar, pero no es una pesadilla, es la cruda y horrible realidad.

Son las 2 de la madrugada y por fin tomaron todas las muestras, ya puedo ir al baño. Mi mamá se ofrece a acompañarme, pero me niego. Al entrar veo en el espejo a una mujer que no soy yo, está triste y demacrada, ella no soy yo. De repente todo se pone negro, luego blanco. Cuando abro los ojos veo a mi mamá llorando a la par mía, me había desmayado. Nunca me había sentido tanta alegría de un acto tan desmeritado.

Al salir del baño es hora de las fotografías. Mi rostro está todo golpeado. Tienen fotos de las heridas de mi cuerpo. Me siento tan vulnerable, tan sucia, tan culpable. Sólo quiero ir a casa y dormir, pero aún no puedo, debo regresar a la 'escena', para recrear y documentar el 'paseo', pese a que ya pasaron 10 horas. 

Me llevan en un picop del MP y la perito, con mucho tacto, me pide que señale donde ocurrió todo mientras ella toma fotografías y busca muestras o pruebas. En el lugar unos cuantos vagabundos están durmiendo en la calle. Llegamos al punto clave, aparece mi pantalón, pero está en las jaulas del zoológico. Regresamos y es momento de recrear la 'monstruo' para hacer un retrato robot. Al llegar a la comisaría encontramos una gran comitiva, resulta que el Presidente está en el mismo lugar. No me importa, sólo quiero que esto acabe.

Describo al monstruo y alguien menciona: 'Al menos no es feo'. Me dan ganas de vomitar. Llega uno de los golpes más duros de mi vida, debo tratar de identificarlo en un álbum de fotos. Son demasiados. Hay miles de rostros y cada uno representa un violador, algunos tienen cara de malos, otros de buen vecino. Podría se cualquiera, no lo soporto y empiezo a vomitar. Quisiera creer que mi caso es un caso remoto, pero no es así.

Salgo más aturdida de lo que llegué, por error me subo al carro de la comitiva presidencial. La Perito le explica mi situación al piloto y no pasa a más, no soy una amenaza, soy una pequeña que está sufriendo.

Ya pasaron 12 horas y debo regresar al hospital para más análisis. En los primeros que realizaron no identificaron nada malo, pero me informan que debo llegar cada semana a un chequeo para descartar que sea VIH Positivo. Me dan medicamento y, por fin, me envían a casa a descansar. Un año después, me confirman que no hubo ningún efecto en mi sistema inmunológico. Lloro de la felicidad.

Si me preguntan, no, no odio a los hombres. No lo odio a él, no hay odio en mi corazón. Sé que la vida le cobrará el daño hecho. La vida me ha sonreído, me llenó de hombres maravillosos, me proporcionó un esposo que al saber mi historia, no me despreció. Al día de hoy e mi guardián de día y de noche... Al final de la tormenta siempre se encuentra el arcoíris".

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