El acusado agredió a su esposa, hijos, alumnas y hasta las enfermeras del recinto donde se encontraba.
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Lydia Cacho en la columna de opinión "Crueldad y Fama" del medio Opinión 51 dio a conocer este caso que lleva estudiando desde hace mucho tiempo.
"Si un hombre está hospitalizado por cáncer de próstata, ¿le perdonarías que haya intentado ahorcar a su hija?" Así comienza la columna que acuso a Alejandro Marcovich, el exintegrante de la banda mexicana "Caifanes" desde el 2014, fecha en que dejó la agrupación.
En la columna, la periodista cuenta que el guitarrista nacido en Argentina tuvo actitudes racistas en el hospital de Cancerología de la Ciudad de México. Luego de que su hija llegará a visitarlo escucho al hombre diciendo impropios hacia los mexicanos. Entre otras de las evidencias se cuenta la historia de que golpeo a jóvenes músicos bajo la excusa de "haber consumido drogas".
La familia del músico, integrada por una madre, la joven hija y otro hijo, han vivido aterrorizados, y no hicieron las denuncias porque el medio musical les alertaba que le destruirían la carrera a Marcovich.
El matrimonio se separó en el 2017 cuando Gaby, la madre de los hijos, sacó a Marcovich para no seguir soportando violencia física, verbal, psicológica y sexual. Cacho comenta que el músico utilizó sus influencias para destruir a la familia y protegerse de la justicia, quitándole todas las propiedades a Gaby, incluso las que no entraban dentro de la sociedad conyugal.
Cuando la familia declaraba ante las autoridades de justicia, respaldándose con evidencia concreta como grabaciones y testigos, Marcovich publicaba en su cuenta de Twitter para que atacasen a la que fue su familia.
Estos malos tratos no se detuvieron ni con el reciente diagnóstico de cáncer de próstata. Cacho informa que en la última agresión se perpetúo a la hija, Bela, a quien golpeó con un palo de escoba causándole laceraciones en la clavícula. Luego de esto, la familia esta protegida con un acuerdo en el que la policía los cuida las 24 horas del día, y Marcovich tiene una orden de alejamiento que no le permite acercarse a ningún integrante.
A pesar de esto, el exintegrante ha manipulado a su hijo para que lo cuide durante su tratamiento de radioterapia, convenciéndolo de que si no lo hace, se suicidará.
