Interrumpí el descanso de un domingo para retratar a un personaje reseñado por National Geographic en la serie Tabú. Se trataba de una mujer poco común. Había llegado al país, donde asistiría a un concierto de rock en el sur de la capital.
Los organizadores cambiaron la programación de entrevistas a los medios nacionales e enternacionales a última hora. Era ya casi imposible tener el acceso, hasta que ella nos concedió 90 segundos.
Al ingresar a la carpa donde ella se encontraba con otras tres personas, mi mente se bloqueó por segundos.
Ese choque entre la ficción y la realidad lo sentí como un baño de agua helada pero no había tiempo: empecé a recopilar imágenes.
No se puede negar que pararse al lado de María José Cristerna, "La Mujer Vampiro”, intimida. Su extravagante apariencia, con toda la piel cubierta de tatuajes, los piercings en el rostro, los implantes de titanio que simulan cuernos en la cabeza, sus impresionantes ojos y colmillos modificados de su propia dentadura, impresionan.
Ahora bien, conversar con esta abogada y tatuadora mexicana es aún más sorprendente. Al final, también parece ser una mujer coherente, centrada como cualquier otra, que comenzó a modificar su cuerpo tras ser víctima de violencia familiar.
