Según datos de un estudio publicado por la Universidad de Stanford (Estados Unidos), convivir con tu pareja antes de casarte no reduce la probabilidad de un divorcio, a pesar de que muchas personas lo recomiendan antes de dar ese gran paso en tu vida.
Según la Universidad, la cohabitación premarital reduce la tasa de divorcio en el primer año del casamiento, pero la aumenta desde ese momento.
Aunque el 65% de los estadounidenses involucrados en el estudio cree que es bueno convivir antes de casarse, los datos no lo confirman, ya que se comprobó que las parejas que convivieron antes de casarse tuvieron una tasa menor de divorcio sólo durante el primer año y a partir de haber cumplido este año aumentaba, y al llegar a los cinco años superaba la de aquellas que se casaban antes de convivir.
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Los investigadores publicaron su trabajo en la revista académica sobre matrimonio y familia (Journal of Marriage and Family) en donde se puede leer "Los beneficios de la experiencia de cohabitación en el primer año de matrimonio reducen la probabilidad de divorcio tan solo ese año, pero la aumenta en los siguientes”.
Los sociólogos llegaron a esta conclusión al analizar datos de la Encuesta Nacional de Crecimiento de las Familias entre 1970 y 2015, con información de más de 215 mil parejas heterosexuales en donde la tasa de divorcios es elevada en el primer año según entrevistas con las mujeres que las conformaron, hasta la edad de 44 años.
"Antes de que existieran los datos sobre la cohabitación premarital y el divorcio, los académicos presumían que la experiencia de la convivencia haría una selección de las parejas compatibles para llegar al matrimonio, y que eso llevaría a tasas menores de divorcio", pero las entrevistas confirmaron lo contrario.
Aunque no se conocen aún las causas del impacto negativo de la convivencia sobre el matrimonio que revelaron los datos, los autores especularon que las parejas que se casan primero podrían sufrir un primer año con más divorcio porque tienen un "impacto inmediato mayor" (desilusión) luego del gran día.
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Antes de estos hallazgos en 1992 ya se había realizado otro estudio titulado, "Cohabitación y estabilidad marital: ¿calidad o compromiso?", de Elizabeth Thomson y Ugo Colella. En donde se identificó un vínculo entre la convivencia y el divorcio.
En el se considera la posibilidad de que la gente que podía aceptar vivir junta sin casarse podía también aceptar la posibilidad del divorcio con mayor facilidad, la asociación se atribuyó a que unirse unicamente de palabra no requiere un compromiso tan formal como lo pide el matrimonio, y el hecho de convivir unicamente da a las personas cierta libertad de romper el compromiso en cualquier momento.
*Con información de Infobae