El hogar Virgen del Socorro es parte del proyecto de las Obras Sociales del Santo Hermano Pedro en Antigua Guatemala, que desde hace 37 años brinda cuidados a niños, jóvenes y adultos que han sido abandonados en las calles del país, e incluso de otras naciones.
“Nosotros servimos a 250 residentes (pacientes), la mayoría con discapacidades en diversos grados que requieren de cuidados personalizados. Las instalaciones requieren de medidas para evitar incidentes a cualquiera de ellos”, explica el doctor Mynor Paredes, director médico de hogares Virgen del Socorro.
La institución abrió sus puertas a Soy502 para conocer las condiciones en las que se atienden a los pacientes, muchos de ellos han sido encontrados abandonados en iglesias, basureros, en la puerta del centro y tan solo algunos se encuentran en el hogar debido a la condición económica de sus padres.

El hogar se ubica en San Juan del Obispo con un perímetro de 44 mil metros cuadrados. Este nuevo complejo empezó a albergar a los residentes desde el 2016 ya que el antiguo edificio de la Antigua Guatemala se hacía cada vez más reducido.
“Las Obras Sociales se han convertido en el padre y la madre de estas personas, ya sean niños, adolescentes o adultos. De los 250 residentes que tenemos, 176 han sido abandonados y nosotros los tratamos con amor”, agrega el médico.

Fray Guiseppe Contran cuenta que una vez encontraron a un niño en una caja de cartón. Aún tenía el cordón umbilical, pero por no tener alguna discapacidad se tuvo que entregar a las autoridades. Otros han sido llevados por familiares.
“Claro ejemplo es Francisca. La tía acudió con nosotros y nos dijo que la madre había fallecido. Ella no se podía hacer cargo debido a la condición de la pequeña y fue así cómo llegó aquí. Ahora Francisca es una joven adulta gracias a los cuidados que recibe acá”, comenta fray Guiseppe.
Servicios
Cada paciente recibe una atención médica personalizada. Algunos de los niños son alimentados con biberones debido a su falta de movilidad a causa de lesiones en el cerebro que sufrieron durante su desarrollo. Otros ingieren sus alimentos a través de sondas. La mayoría que tiene daños severos están sujetados a las sillas de ruedas con diferentes mecanismos para mantener el equilibrio y reducir el daño en sus extremidades o cuello.

“Algunos deben utilizar aparatos para que su cuello no se lastime. La mayoría de nuestros pacientes aquí tiene el nivel 5 de parálisis cerebral, es decir que es dependiente totalmente de otras personas”, explica Alba Rivera, neuróloga del hogar.
Ella resalta que pese a que los pacientes reciben estimulación temprana, terapia y participan de otras actividades, su condición es severa. Cada uno de ellos es alimentado con Pediasure, el costo de alimentación es elevado, pero ellos han podido solventar estas necesidades gracias a los donativos que reciben así como el aporte que el gobierno otorga a las Obras Sociales.
En cuanto a medicamento, la farmacia del hogar clasifica cada dosis y las personaliza a diario para que los pacientes se mantengan sanos.

La denuncia
Hace unos días se reveló un informe de Disability Rights International señalaba que el hogar Virgen del Socorro contaba con jaulas donde se introducían a los pacientes. Sin embargo, el doctor Paredes resalta que hubo mala interpretación del recinto.
“Hay un corral que se utiliza para que los pacientes descansen después de su terapia esto para evitar que los que andan en silla de ruedas los lastimen. Algunos pacientes son ciegos y tras sus terapias ingresan a este espacio para recargar energía. Consideramos que las personas que señalan esto como una jaula no mostraron con todo lo que cuenta, desde las colchonetas hasta los instrumentos utilizados por los terapistas”, explica el médico.

Uno de los casos excepcionales que tienen es el de Ana Chamán, una paciente que sufre de esquizofrenia y ceguera. Ella casi siempre ha estado bajo la atención del hogar Virgen del Socorro, pero una orden judicial determinó que ella debía ser trasladada al hospital mental Federico Mora.
“Cuando estuvo en ese lugar destruyó 17 colchonetas, baños y otros elementos. Solo pudieron cuidarla 6 meses y pidieron que nuevamente la recibiéramos. Hemos adaptado una habitación especial para ella y no cualquier persona se le puede acercar, tan solo tres o cuatro reconoce ella. Aún así, es una de las residentes más queridas por todos los que trabajamos acá”, recalca el doctor.
Ocupación
A diario, los pacientes participan de 14 actividades ocupacionales divididas por edades, gustos y géneros. Algunos aprenden a pintar, jugar bocha, ir a la escuela, computación, baile, canto, por mencionar algunos.
Sonia y don Mario son dos casos muy especiales. Sonia se gradúa este año de Perito en Administración del Liceo Antigüeño y don Mario se encarga de reparar las sillas de ruedas.

“Para mí no hay clase difícil. Me gusta mucho ir a estudiar”, cuenta Sonia, mientras que Mario dice: “Acabo de recibir una capacitación para reparar sillas de ruedas. Además, también hago los arnés que utilizan los niños Para no caerse de las sillas”.
Sin estos cuidados, muchos de estos niños no habrían sobrevivido. Algunos les han diagnosticado tan solo cinco años de vida y hoy llevan más de 13.
“Tenemos una lista de espera. Que más quisiéramos recibirlos, pero no podemos sobrepasar la cantidad para la que estamos adecuados. Invitamos a la gente que se acerque a conocer lo que hacemos por todos ellos y puedan compartir aunque sea una conversación, eso puede ser algo muy grande para ellos”, puntualiza el doctor Mynor Paredes.