A inicios de 2015 corría una historia por ciertos círculos chapines: Alejandro Sinibaldi es un mafioso pero es el único que tiene oportunidad de frenar a un mafioso aún más peligroso: Manuel Baldizón.
Hoy, y cada día más, sabemos que la historia era un cuento: Sinibaldi y Baldizón tenían acuerdos para el reparto del botín. Como evidencia, estos días se presenta la declaración de un ejecutivo de Odebrecht.
No es menor el tema. A la empresa brasileña le han abierto decenas de juicios en diversas partes de América y ha confesado en todos. Tenía un sistema de registro de sobornos que causa estragos en la clase política de muchos países latinoamericanos.
Leer sus “papelitos shucos” (como Sinibaldi los denominó) es leer el mapa de actores poderosos del momento de la coima.
El caso guatemalteco nos habla de una estructura que había hecho un gran acuerdo para repartirse el pastel. La lógica del #LeToca fue aplicada a MAN por parte del Sipi en forma de unos millones de dólares. Necesitaban al “futuro Presidente” para cerrar el trato.
Baldizón fue percibido por buena parte del sector empresarial tradicional, y con razón, como un tipo muy peligroso. Un pequeño dictador con ciertos rasgos psicopáticos que estaba dispuesto a acumular poder a base de buscarle raja a los negocios del Estado de manera omnívora.
Estoy convencido que 2015 truncó la carrera del que hubiera sido el perfeccionador del sistema de saqueo desde la Presidencia. Baldizón fue un genio para disciplinar a los otros actores vía el grifo del erario público.
En ese contexto, Sinibaldi jugó varias bazas. Por un lado tenía un discurso contra el petenero y por otro financiaba su campaña. Algunos le creyeron y tenían la disponibilidad de apoyarle a inicios de 2015 por miedo a algo que en sus mentes podía ser potencialmente peor.
Todos nos equivocamos: no es cuestión de echarle porquería a nadie que pudo hacer una mala lectura de la situación política. Lo que no es tan perdonable es mirar a otro lado, no reflexionar y ser críticos en un momento como este.
Una vez que te han robado o estafado el daño está hecho. La lección para el futuro es lo importante, para que no vuelva a suceder.
Es por eso crucial preguntarse: ¿no hay ahora nadie parecido a estos dos, contando una fábula similar, también alimentando miedos? Dejémoslo como alimento para el pensamiento como bien se dice.
Los Baldinibaldi y Sinibaldizones de Guatemala siguen rondando por los mismos pasillos de los mismos palacios, y como decía el poeta León Felipe, se saben todos los cuentos.