¿Te has fijado alguna vez en el código que hay sobre cada huevo? Este alimento lleva impreso varios números y letras encima de la fecha de caducidad. Aunque parece un número más, esconde mucha información sobre la manera en que ha sido producido.
El etiquetado de huevos consiste en estamparle una combinación de letras y números generada mediante un código sobre la cáscara. Dicha impresión, que la normativa europea exige que sea efectuada mediante una tinta roja alimentaria, es una directriz vigente en muchos países.
Dicha normativa entró en vigencia en 2004 y se ha generalizado en casi todo el mundo. La longitud y contenido puede variar de un país a otro.
Procedencia
Lo primero que hay es un número, siempre comprendido entre el 0 y el 3. Esa cifra muestra la forma de cría de la gallina, que son diferentes:
3-. Granjas de gallinas en jaulas: viven en jaulas diseñadas especialmente para facilitar la recogida de los huevos, evitando que se ensucien con estiércol, tienen acceso al agua y a una alimentación equilibrada a base de pienso. Estas instalaciones facilitan el control sanitario y la limpieza.
2-. Granjas de gallinas en suelo: se mueven libremente dentro de una nave, en la que tienen comida, agua, ponederos y zonas de descanso.
1-. Granjas de gallinas camperas: además de una nave como el de las gallinas en suelo, tienen corrales al aire libre donde salen a picotear, escarbar y darse baños de arena.
0-. Granjas de gallinas ecológicas: las instalaciones son similares a las granjas camperas, pero las gallinas se alimentan con pienso que procede de la agricultura ecológica y tienen que cumplir las normas específicas de esta producción.
Las siguientes letras indican de qué país procede el huevo. Y todas las demás cifras son el código de identificación de la granja: los dos primeros dígitos indican la provincia de la que procede el huevo, los tres siguientes se refieren al municipio donde está la granja y los siguientes identifican a cada establecimiento.
¿El color importa?
La OCU (Organización de Consumidores y Usuarios) aclara que el color de huevo (blanco o moreno) da igual. "Se trata de una cuestión exclusivamente estética, puesto que el color de la cáscara no influye ni en el sabor, ni en la calidad, ni en el valor nutritivo. Pese a las leyendas al respecto, la única razón es comercial: las gallinas blancas precisan de un sexado japonés, una técnica de selección más cara y compleja", indicó la organización.
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