¡El fiambre de mi mamá es el mejor! ¡Mi abuelita lo hace más completo y delicioso!, esas otras expresiones surgen en esta época del año, cuando se aproxima el 1 de noviembre, día en que festejamos la memoria de nuestros muertos con un plato muy guatemalteco.
Es por ello que Toledo, invita, por segundo año consecutivo, a especialistas y fanáticos a elaborar este plato nacional y participar en el concurso "Los fiambres más deliciosos".
Para participar debes presentar el día 26 de octubre, de 10 de la mañana a 3 de la tarde en el Museo Miraflores (7a. calle 21-55, zona 11), un plato de fiambre de cualquier tipo, hecho con embutidos Toledo (presentar ticket de compra). La muestra mínima que se puede presentar es de una libra.
Las categorías son "Mejor sabor" (Primer lugar Q25 mil, 4 segundos lugares de Q5 mil, 20 terceros lugares de mil quetzales) y "Presentación" (2 primeros lugares de Q5 mil).
La chef guatemalteca Mirciny Moliviatis y el historiador gastronómico Luis Villar Anleu serán parte del jurado calificador.
Esta receta, única en la región, es una de las mejores expresiones de la cultura culinaria de nuestro país y está ligada a la relación que tenemos con nuestros antepasados. Se remonta a 400 años atrás, con la primera generación de criollos que surge en Guatemala durante la colonia española.
Existen 4 tipos: colorado, blanco (se hace en la región central sin remolacha), dulce (se come en occidente, y uno de sus ingredientes es la miel), divorciado (de la región oriental, los ingredientes están separados y se unen al comer) o morado (de la región kakchikel y central, con una intensidad del vinagre distinta que le da también un tinte diferente a la remolacha).
El fiambre es uno de los platos más emblemáticos de la gastronomía guatemalteca: es identitario y está ligado al mundo de los muertos, elaborado en su honor. Nació durante la colonia, alrededor del siglo XVI, en Antigua Guatemala y su aporte prehispánico es la incorporación de las verduras nativas.
Villar Anleu cuenta que el dominico irlandés Tomas Gage dejó la receta en sus escritos acerca de las nuevas tierras. Entre las leyendas que giran alrededor de su existancia destacan la de una monja que no tenía suficientes ingredientes para hacer la comida y por lo mismo decide juntar lo que encuentra en la cocina; otra habla de los largos trayectos que se realizaban para ir al cementerio, así que cada familia hacía un poco de comida para llevar, y, poco a poco cada uno comenzó a compartir sus platos para revolverlos y compartir entre todos.
