Un día que peiné a mi hija de dos años, pero las trenzas no tuvieron un final feliz y rápidamente me acordé de Pippi Langstrump, una programa que pasaban cuando yo era niño. Como mis hijos no la conocían, les tuve que buscar los capítulos en YouTube. Como les gustó empezaron a ver los trece capítulos originales.
Por el paso del tiempo, no me acordaba muy bien de la trama. A medida que iba recordando, me surgían inquietudes, 30 o 35 años después de verla por primera vez. Al buscar en Internet, encontré artículos, ensayos, libros y hasta tesis doctorales, en las cuales consideraban a Pippi como una inspiración feminista.
Astrid Lindgren, la autora de la historia, siempre explicó que inventó al personaje cuando su hija enfermó de neumonía. Para hacerla divertida, imaginó a un niña que hiciera lo contrario a lo que dictaba la sociedad como “bueno” y “saludable”.
De esa cuenta, visualizó a Pippi como un personaje curioso, que caminaba hacia atrás y dormía al revés, es decir, con los pies sobre la almohada. Vivía sola, porque su padre vivía en la isla de Taka-Tuka, donde era el rey.
Pippi administraba su casa y su dinero, que lo gastaba comprando dulces. Como una guerrera amazona, tenía un caballo, “Pequeño Tío”. Le daba alergia la autoridad, por eso no iba a la escuela. La policía intentaba llevarla a clases o, por lo menos, a un orfanato, pero ella tenía una fuerza sobrenatural. Por eso, los agentes la consideraban una bruja, pero al contrario de las acusaciones medievales contra las hechiceras, Pippi no peligraba de morir en el fuego
No le importaba mucho su apariencia, se peinaba sola y vestía como quería. Es decir, era fuerte, libre y feliz.
Aunque la autora nunca lo imaginó, Pippi se ha convertido en una referente feminista, por rechazo a la opresión. Los lectores la percibían tan rebelde, a tal punto que en España, por ejemplo, Franco prohibió la comercialización de los libros y la emisión del programa.
Afortunadamente, Pippi apareció en el momento justo, antes de los movimientos feministas. La pelirroja ha inspirado a las mujeres que crecieron viéndola y soñaron con ser libres también.
Mañana que se celebra su día, aún hay muchas mujeres en el mundo que sufren por no tener la libertad, especialmente económica, y que siguen siendo esclavas de la apariencia; que si van solas por la calle, sufren de acoso y siguen siendo acusadas de “brujas” en caso de parecer más fuertes que los hombres.
Aún falta mucho para que haya equidad entre mujeres y hombres, pero ojalá que a diario siga habiendo más niñas como Pippi Langstrump que crezcan libres, fuertes y felices. Eso deseo para mis hijas, que se parezcan más a ellas en eso, y no solo en sus peinados.