La explosión del "trabajo en casa" con la pandemia de coronavirus está dando ideas a las empresas que lo ven como una fuente de ahorro, aunque también signifique una modificación profunda del entorno laboral.
Desde el inicio del confinamiento, los barrios de oficinas se han vaciado, dejando una impresión de fin del mundo, como en Canary Wharf, en el este de Londres, o en La Défense, al oeste de París.
Incluso con la reanudación gradual del trabajo, el futuro es incierto para los enormes rascacielos y torres, símbolos del capitalismo moderno y del poder de las multinacionales.
Jes Staley, directivo del banco británico Barclays, cuyos imponentes y lujosos locales se encuentran en Canary Wharf, cree que "poner a 7 mil personas en un edificio podría ser cosa del pasado", dijo.
Según el directivo: "Encontraremos formas de operar a distancia durante mucho tiempo", con lo que resumió la mentalidad de muchos ejecutivos de multinacionales que constatan el éxito del teletrabajo, durante la pandemia.
La red social estadounidense, Twitter, se plantea permitir que algunos empleados trabajen desde casa de forma permanente.
"Creo que la verdadera revolución vendrá de un cambio en la mentalidad de los gerentes sobre cómo pensar en la flexibilidad", afirma Cydney Roach, ejecutiva de la consultora estadounidense, Edelman.
Por supuesto, no todos los sectores pueden aplicarla, pero esta práctica se ha impuesto masivamente.
El gigante británico de la publicidad, WPP, puso a casi el 95% de sus 107 mil empleados a trabajar desde sus casas, y siguió ofreciendo sus servicios a sus clientes.
El promotor inmobiliario británico, Land Securities, que tiene una fuerte presencia en Londres, Inglaterra, estimó recientemente que solo el 10% de su espacio de oficinas está siendo utilizado.
Efectos negativos a largo plazo
"Nunca habrá una vuelta a la normalidad", predice Alex Ham, codirector general de Numis Securities, con sede en Londres. Lo de ir a la oficina de lunes a viernes "no va a volver", aseguró al diario británico The Telegraph.
Según un estudio de 300 empresas de todo el mundo, realizado en abril por el gigante de la consultoría inmobiliaria Cushman & Wakefield, el 89% cree que el uso del teletrabajo continuará más allá de la pandemia.
Clare Lyonette y Beate Baldauf, profesoras de la Universidad de Warwick, en el centro de Inglaterra, enumeran entre las ventajas del trabajo a distancia para las empresas, el ahorro (sobre todo teniendo en cuenta los exorbitantes alquileres), una mejor productividad y menor absentismo.
"La cuestión inmobiliaria es una de las que cuesta más caras" para las empresas, pero los rascacielos "no van a desaparecer", advierte Roach, aunque sólo sea por la necesidad de mantener las oficinas en "lugares densos como Manhattan".
Sin embargo, los grandes grupos pueden sentirse tentados de limitar sus propiedades inmobiliarias, sobre todo porque la reducción de los costos será la prioridad de muchos empresarios en los próximos años, para absorber la conmoción económica del confinamiento.
Pero "los empleadores deben ser conscientes de los posibles efectos negativos a largo plazo", incluido el impacto negativo en la cohesión del equipo, advierten Lyonette y Baldauf.
"La contrapartida al ahorro podría ser una disminución del bienestar y de la lealtad a la empresa", señalan.
Tampoco es seguro que los empleados salgan ganando.
Según el proveedor de VPN, NordVPN, los empleados tienden a trabajar una media de tres horas más al día desde sus casas en Estados Unidos, y de dos horas en Francia.