A orillas del Lago Petén Itzá, en la aldea San Pedro, municipio de San José, se levanta una plantación de árboles que tiene una doble misión: reforestar la cuenca de ese cuerpo de agua y recuperar especies en peligro de extinción.
"Las selvas peteneras han sufrido mucho en los últimos treinta años", asegura el administrador del Proyecto de Reforestación Cahuil, Mynor Pinto. "Grandes extensiones se perdieron por el avance de la frontera agrícola, la sustitución de selva por pastos y la acción de los depredadores".
Las fotos satelitales son elocuentes.
Los mares de selva verde y tupida que eran comunes hasta principios de la década de 1980 se han reducido de forma considerable. Alrededor del 50% de la cobertura boscosa de Guatemala se concentra en el departamento de Petén, pero según un estudio de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO por sus siglas en inglés), solo del año 2000 al 2006, ese departamento perdió más de 268 mil hectáreas de bosque. En los años que siguieron, hasta 2010, los cálculos de la FAO indican que el ritmo de deforestación se incrementó, es decir, que se perdió una cantidad mayor de bosque, sobre todo en el norte del país.
Cahuil: una apuesta por el rosul
"Proyectos como Cahuil aportan una esperanza para recuperar la selva", explicó Pinto, al afirmar que la plantación proveerá 66 hectáreas de bosque con dos variedades de rosul que ahora se encuentran amenazadas: la Dalbergia Retusa, un árbol conocido localmente como "Cocobolo", y la Dalbergia Nigra, una variedad traída de Brasil, del área de Bahía.
El propósito, según Pinto, es cumplir con el plan estratégico de manejo de la cuenca del Lago Petén Itzá, que recomienda cubrir las laderas con árboles, puesto que ahora la mayor parte de la región está ocupada por fincas ganaderas y poblados humanos. "Los árboles contribuyen a la recuperación del manto acuífero y a la belleza de este privilegiado lugar", recalcó el empresario forestal.
Otros beneficios de reforestar con plantaciones de variedades de rosul es que estos árboles enriquecen el suelo con nitrógeno, por lo que mejoran los suelos. También son resistentes al fuego, por la densidad de la madera y una vez que los árboles son adultos, al cortarlos, vuelven a brotar porque sus raíces se mantienen intactas.
La madera de "coco"
La Dalbergia Retusa es una madera considerada preciosa, de alta densidad, de las pocas que se hunden en el agua. Junto con otro proyecto hermano, la plantación Cahuil constituye el primer intento por recuperar esta especie que se encuentra catalogada en el Apéndice III de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Flora y Fauna, CITES, y está en riesgo de ingresar al Apendice II, si no se toman las medidas adecuadas, como incrementar los proyectos comerciales de reforestación.
La madera de la Dalbergia Retusa es tan aceitosa que no requiere de barniz: basta con lijarla para darle una apariencia trabajada y elegante. Por sus cualidades, se utiliza para fabricar instrumentos musicales finos, como guitarras o violines, o para la decoración de autos de lujo.
Dalbergia Nigra: madera con aroma a rosa
Debido a la gran explotación que sufrió esta especie de árbol originario de Brasil en el siglo XIX, esta especie de árbol se encuentra prácticamente extinto. La madera solo se puede aprovechar si proviene de plantaciones manejadas ecológicamente, como Cahuil.
Conocida internacionalmente como "True Rosewood" o "verdadero rosul", esta madera es famosa porque desprende un aroma a rosas. Es oscura, de una veta muy hermosa y su uso se reserva para artículos decorativos de la más alta calidad.