Encelopatía Traumática Crónica (CTE, por sus siglas en inglés) son unas palabras de las que durante mucho tiempo no quiso ni oír hablar la NFL.
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Ahora, la comunidad científica solicita que se estudie el cerebro de Phillip Adams (ex de 49ers, Patriots, Seahawks, Riders, Jets y Falcons) para saber si sufría de CTE, pues podría ser una causa potencial del tiroteo que habría protagonizado y en el que supuestamente mató a cinco personas antes de suicidarse.
"No importa el número de conmociones sufridas en su vida, sino el número de golpes recibidos en la cabeza, no tiene cura. El CTE afecta a la capacidad para relacionarse, se siente frustración, se actúa de manera impulsiva y hay inestabilidad emocional", apunta el doctor Hallie Zwibel, director del Centro de Medicina Deportiva del Instituto de Tecnología de Nueva York, a The New York Post.
El padre de Adams incluso ha asegurado que el fútbol "ha arruinado" la vida de su hijo.
La relación de los casos de CTE y el fútbol americano se dio a conocer al inicio de este siglo, tras varios años en los que la NFL trató de silenciar el tema.
La liga consideraba los daños cognitivos producidos por los fuertes impactos durante el juego como algo menor. En 1994 se creó el primer Comité de Lesión Cerebral Traumática Leve con el médico de los Jets como presidente.
En sus primeras entrevistas, hasta restó importancia a la tarea que le habían encomendado.
"Creemos que el tema de las rodillas, las drogas, los esteroides y la bebida es un problema mucho mayor, según la cantidad de incidentes", dijo el doctor Elliot Pellman.
Ese mismo año, el comisionado Paul Tagliabue, después de que las fuertes conmociones de Troy Aikman y Merrill Hoge llevaran a numerosas preguntas de la prensa, echó balones fuera y hasta los culpó de dar excesiva importancia "a un número muy pequeño de casos".
La cosa empezó a cambiar en 1997, el día que Mike Webster, un histórico center de los Pittsburgh Steelers, con los que ganó cuatro Super Bowl, presentó una solicitud de discapacidad ante la Junta de Retiro de la NFL, alegando que su carrera en el fútbol americano durante sus años en la liga le provocó demencia.
En 1999, de manera privada, la NFL lo aceptó e indemnizó a Webster con dos millones de dólares.
El exjugador murió de un paro cardíaco a los 50 años, tras muchos años padeciendo diversas disfunciones cognitivas que lo llevaron a vivir en la indigencia, pese a haber sido una gran estrella del deporte. 'Iron Mike', como era conocido, incluso se administraba descargas eléctricas para estar el menor tiempo posible del día consciente.
Mike falleció en 2002 y su autopsia fue practicada en el condado de Allegheny, por el doctor neuropatólogo forense Bennet Omalu, la persona que advirtió en el cerebro del exjugador unos daños notables, que eran imposibles de ser detectados por ninguna prueba en vida.
La NFL insistió en no relacionar las enfermedades como la demencia o el Alzehimer a las contusiones cerebrales.
En 2009 el portavoz de la liga admite que las contusiones pueden provocar daños cerebrales a largo plazo y se empiezan a tomar medidas, aunque más bien timoratas.
En 2011 se detecta CTE en el jugador universitario de 21 años Owen Thomas, lo que causó un gran revuelo en Estados Unidos, así como el suicidio de Dave Duerson, que se pegó un tiro en el pecho y dejó una nota en la que decía que quería que analizaran su cerebro.
También se concluyó que padeció Encelopatía Traumática Crónica. El siguiente escándalo fue el disparo, de nuevo en el pecho, de Junior Seau, en 2012.
El caso ahora de Phillip Adams puede recordar al de Jovan Belcher, de 25 años, que siendo jugador de Kansas City Chiefs asesinó a su novia de un disparo y luego se suicidó. Sus restos fueron exhumados a petición de su familia, si bien esta no hizo público el resultado de la autopsia.
*Con información de Marca