La policía arrestó a una mujer de la etnia uigur, la metieron en una celda sin distanciamiento físico. Ella se vio obligada a beber un medicamento que la hizo sentir débil y con náuseas.
La mujer relató que tenían que desnudarse una vez por semana y cubrirse la cara mientras los guardias les limpiaban las celdas con una manguera con desinfectante. “Fue escalofriante”, recordó. No quiso ser identificada por temor a represalias.
El gobierno de la región de Xinjiang, en el extremo noroeste de China, está recurriendo a medidas extremas para combatir el coronavirus. Algunas de las medidas son: encerrar a los residentes en las casas, imponer cuarentenas de más de 40 días y arrestar a quienes no cumplan.
Incluso, algunos pobladores están siendo coaccionados para que tomen la medicina tradicional china. Uno de los remedios utilizados en Xinjiang, es el Qingfei Paidu, que incluye ingredientes prohibidos en Alemania, Suiza, Estados Unidos y otros países, por su alto nivel de toxinas y cancerígenos.
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La última cuarentena, ahora en su día 45, empezó en respuesta a 826 casos reportados en Xinjiang en julio. Este ha sido el mayor número de casos de China desde el brote inicial.
Después de estar detenida durante más de un mes, la mujer fue encerrada en su casa a pesar de que las pruebas muestran que está libre del virus.
Ella asegura que los trabajadores comunitarios la fuerzan a beber la medicina tradicional una vez al día bajo la amenaza de volverla a encarcelar.
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El gobierno chino ha luchado durante décadas para controlar Xinjiang, a veces chocando violentamente con muchos de los uigures nativos de la región, que resienten el gobierno de mano dura de Beijing.
No todas las medidas recientes contra el brote en Xinjiang están dirigidas a los uigures y otras minorías mayoritariamente musulmanas. Este mes, miles de residentes de Xinjiang recurrieron a las redes sociales para quejarse de lo que llamaron medidas excesivas contra el virus.
*Con información de Infobae
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