El Papa Francisco restringe el uso del latín en las misas por considerar que fomenta la división, con ello revierte lo que su predecesor Benedicto XVI alentaba.
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El sumo pontífice emitió una carta el pasado viernes 16 de julio a los obispos católicos, donde les explica que las restricciones son necesarias porque se había convertido en una fuente de división entre quienes preferían la misa en latín y quienes se inclinaban por la liturgia actualizada posterior al Vaticano II.
La nueva ley, titulada Traditionis Custodes, indica que que los obispos pueden aprobar cualquier celebración de la misa en latín en su diócesis, pero prohíbe que se celebre en las iglesias parroquiales.

Además, la normativa puntualiza que cuando se celebra la misa en latín, las lecturas deben realizarse en el idioma local y no en latín.
Incluso, hace énfasis en que cualquier sacerdote ordenado después de la nueva ley que desee celebrar la misa tradicional en latín, debe recibir un permiso formal de su obispo y este debe recibir el permiso del Vaticano.