Orive fue recientemente reelecto para desempeñar el cargo de director ejecutivo de la Organización Internacional del Azúcar (OIA), con sede en Londres, Inglaterra.
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El guatemalteco José Orive fue reelecto como director ejecutivo de la Organización Internacional del Azúcar (OIA), con sede en Londres, tras 11 años al frente de dicha organización.
Durante ese tiempo en el cual el ejecutivo ha aprendido cuáles son los retos particulares de las decenas de países miembros de la OIA y ha buscado las soluciones para cada uno de ellos.
En esta entrevista con Soy502, Orive explica que la industria azucarera se ha diversificado y que su misión al frente de la institución es "promover políticas sostenibles para fortalecer el sector".
¿Qué lo motivó inicialmente a dedicarse al sector azucarero y cómo ha evolucionado su visión desde que asumió el cargo como director ejecutivo de la OIA?
Me dediqué y estudié mi carrera en materia de negociaciones internacionales y me fogueé representando a Guatemala en el extranjero, en Washington D. C. con el Gobierno y en la embajada tratando de comunicar la visión de nuestro país, de cómo nuestra democracia iba madurando, la importancia de nuestro sector no tradicional y de la pequeña y media de empresa.
Posteriormente, fui contratado para dirigir la Asociación de Azucareros de Centroamérica. Entidad que se formó bajo el principio de la unión hacia la fuerza y estuve 18 años trabajando paralelamente como abogado.
Desde que estoy en el cargo, mi visión ha cambiado bastante. Asumí hace 11 años cuando el azúcar era solo azúcar, ahora hay diversificación a campos como los biocombustibles, etanol y los bioplásticos.
Hemos evolucionado como sector, mi visión ha cambiado en el sentido de que de un producto he comprendido que el azúcar es un vehículo de desarrollo, que la agroindustria azucarera en muchos países representa comunidades, el futuro de las ciudades.

¿Cuál considera que ha sido su mayor reto como líder de la OIA y cómo lo ha afrontado?
El mayor reto es conjugar los diferentes pesos, volúmenes, intereses y realidades de los países miembros para poder darles a todos un servicio.
Somos una organización que representa a Guatemala, que es reconocido mundialmente por su eficiencia, niveles de productividad, por su investigación y desarrollo.
Representamos a Brasil y la India, los monstruos en producción y consumo azucarero a nivel mundial, pero representamos a Tanzania, Panamá y Ecuador, donde el azúcar, si bien juega un papel importante, no tiene una gran relevancia.
También tenemos 24 miembros en África, países pequeños, para los cuales el azúcar es un volumen mucho menor y otros miembros como la isla de Fiji, en donde hay dos cosas, azúcar y turismo.
Entonces, el mayor reto, es cómo hacer el análisis de mercados, las investigaciones sobre áreas de diversificación, de manera de que le traigan valor agregado a los miembros y dar a cada uno lo mejor de acuerdo a su realidad.
¿Qué papel juega actualmente la OIA en la promoción de políticas más sostenibles dentro del sector azucarero mundial?
Esa la columna vertebral y la razón de hacer de mi gestión aquí. Tenemos la suerte de captar muchas experiencias de países que han alcanzado altos niveles de producción limpia, de economía circular.
Tenemos ingenios en Colombia, en Guatemala, donde ya casi no se toca el agua y debido a la tecnología, tampoco se utilizan los combustibles fósiles. Lo que buscamos es usar nuestra plataforma, contactos y comunicaciones para compartir los ejemplos que otros han tenido.
Sugerirle a países como Nigeria, Zimbabue, Tailandia o Vietnam, cómo en su realidad pueden adaptar prácticas más sostenibles. Creemos que ser sostenible y eficientes genera un crecimiento participativo y ecuánime, con la raíz de la competitividad en la persona, porque son cosas que van de la mano y que no pelean una con la otra.
Nuestra razón de ser es promover políticas sostenibles a través de los medios de comunicación que tenemos, participar en muchas conferencias y eventos con la bendición y la suerte de captar a gente que esté en el nivel de toma de decisiones.
Buscamos siempre influenciar sus percepciones, sus ideas hacia alternativas de sostenibilidad.
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¿Cómo ven el futuro del mercado azucarero y qué estrategias creen que deben adoptarse para mantener la relevancia de este producto?
El mercado azucarero ahora es un tenedor de varias puntas porque abarca en países como Brasil los biocombustibles, el etanol, pero vemos que ahora la tendencia en consumo va hacia lo natural.
Existe un crecimiento enorme, tal vez no en volúmenes masivos, pero sí un crecimiento porcentual significativo para azúcares morenas, melaza, panela, consumo de miel, alejándose de azúcar refinada y de azúcar blanca. La gente, especialmente los jóvenes consumidores a todo nivel, están buscando eso.
Obviamente, el consumo del azúcar varía enormemente si se habla de Europa, Estados Unidos, o países altamente desarrollados versus países en vías de serlo. Por ejemplo, hasta la fecha el programa más exitoso de micronutrientes para beneficio en la salud en la historia humana es la fortificación del azúcar con vitamina A para erradicar la ceguera infantil.
¿Cuáles son actualmente las principales barreras económicas que enfrenta la industria azucarera y qué rol juega la OIA en la negociación o facilitación de acuerdos entre países?
A veces bromeo y digo que el azúcar es como un puerco espín político, donde se le toque, puyará. No existe ningún acuerdo comercial a nivel mundial para que el azúcar goce de libre comercio total, es un producto que tiene una alta sensibilidad política y por ende países como Estados Unidos y la región europea se caracterizan por políticas altamente proteccionistas.
Jugamos un rol de facilitador dentro del sistema de Naciones Unidas, la OIA tiene un papel de convocador, de investigador, pero no de negociador.
La Organización Mundial de Comercio es el foro donde se hacen todo el tipo de acuerdos internacionales y comerciales.
De hecho, ya me han dado "palmaditas", porque a veces nosotros abogamos por modelos gana-gana en negociaciones y resulta que no tengo por qué hacerlo, me dicen.

¿Hay alguna lección personal o profesional que haya aprendido durante su tiempo al frente de la OIA que le gustaría compartir con las nuevas generaciones interesadas en el liderazgo global y el desarrollo sostenible?
La primera es que los guatemaltecos podemos. Si bien somos un país chiquito, pero con trabajo, con visión y con esfuerzo, podemos darnos a respetar.
Para mí ha sido un motivo de orgullo representar a Guatemala en el extranjero y llegar a países como Tailandia, Filipinas, Rusia y darme cuenta de que, como guatemalteco, uno puede comandar respeto.
Se tiene que tener visión de sostenibilidad, conducirse con propiedad, mantenerse bien empapado de la última tecnología y sobre todo, saber trabajar con personas.
Ahora muchos esfuerzos descansan en la inteligencia artificial, pero nada va a sustituir el contacto entre personas y en la medida que uno se conduzca amablemente y profesionalmente, le irá bien.
Siempre se tiene que buscar acuerdos gana-gana, nunca restregarle en la cara nada al otro, tratar a la gente a todo nivel, sea el conserje del edificio o el gerente del banco, con respeto y así le irá bien.
