Antes de ser descubierto por su entrenador, el atleta vivía solo, aislado y deprimido.
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Su nombre es Morteza Mehrzad, el atleta que mide 2.46 metros y es integrante del equipo de voleibol de Irán.
Mehrzad tiene 33 años y ya fue medalla de oro con su país en Río 2016, cuando aprovechó su altura para ser la figura de su equipo en la disciplina de voleibol sentado. Un deporte que lo sacó de la exhibición a la que era sometido por su singular físico en su país, el entrenador lo vio por la televisión y supo que lo necesitaba para su equipo.
La rareza que representaba el físico de Morteza hizo que recorriera Irán como una persona sin otra cualidad que su extremada altura, que le generaba más problemas que beneficios. No sólo desde la salud física, sino también en la salud mental: vivía solo, aislado y deprimido. No se sentía parte de una sociedad que lo veía como un fenómeno.
Mehrzad apareció en un programa de televisión donde contaba su historia. Ahí fue donde lo vio Hadi Rezaei, el entrenador de la selección iraní de voleibol sentado y sintió que ese era el componente que le faltaba a su equipo para competir de la mejor manera en los Juegos Olímpicos de Río 2016.
La altura de atleta se debe a la acromegalia, un trastorno que hace que la glándula pituitaria produzca más hormonas de crecimiento de lo normal, lo que hace que las manos, brazos, piernas y el resto del cuerpo crezca de una manera casi desmedida.
Este trastorno puede generar diabetes, hipertensión o cardiopatías, además de reducir la esperanza de vida de quien la padece hasta 15 años.
Irán ganó la medalla de oro y el atleta se convirtió en la gran figura de su equipo. Pero ganó mucho más, además del reconocimiento de ser el deportista más alto en la historia de los Juegos Paralímpicos y Olímpicos, superando al histórico Yao Ming que llegaba a los 2.29 metros.