La foto aérea de la casa colgada al borde del derrumbe en el kilómetro 10.5 de la Carretera a El Salvador rodó por redes sociales con retumbos de tormenta.
No hay quien vea la casa –nueva, grande y agarrándose con las uñas al terreno—y no sienta pena por los propietarios. Resulta obvio que invirtieron una fuerte suma de dinero en la propiedad y la perdieron. Vivir en ese lugar, bajo el temor constante de que la casa se despeñe por el resbaladero gigante de la montaña, no parece razonable. Me imagino que la casa nunca llegará a estar habitada.
A ello hay que agregar los daños enormes que provocó el deslizamiento en la Carretera. Y ahí es donde la consideración que podamos sentir por los propietarios de la vivienda debe equilibrarse con nuestro repudio a la impunidad y la inconsciencia por el bien común.
El derrumbe sucedió –o se aceleró— según el alcalde de Santa Catarina Pinula, Tono Coro, porque los propietarios de la vivienda decidieron construir un jardín sobre un relleno y le colocaron un drenaje francés. En ese terreno lodoso y flojo el relleno no aguantó. Menos aún con un sistema inadecuado de desagüe. Y se vino la montaña.
Gracias a Dios los daños hasta ahora se contabilizan en dinero, tiempo perdido e incomodidad para los vecinos de Carretera y de toda la ciudad, pues el percance ha provocado atascos que se extienden hasta el Obelisco. Pero al menos no hubo un alud que cayera sobre un bus provocando una catástrofe.

Ahora corresponde que las partes involucradas asuman su porción de responsabilidad.
Los propietarios de la vivienda deben ofrecer una reparación, de la mano del genial constructor que les vendió semejante chapuz de jardín, con drenaje incorporado. La responsabilidad individual no desaparece ante las fallas administrativas de las instituciones públicas, que también participaron en este desastre.
El alcalde Coro se defiende argumentando que los propietarios tenían licencia para construir la casa, pero no el célebre jardín con su desagüe. Ante esta postura, habría que ver con qué rigor se han autorizado licencias de construcción en Santa Catarina Pinula y cuántas construcciones están en riesgos similares.
Por ahí me contaron que la Muni no es la encargada de otorgar licencias, sino una empresa privada. ¿En serio? Si esto es cierto, me pregunto si tan siquiera es legal que la administración municipal delegue esas funciones.
Pero más allá de quién autoriza, lo primordial es que existen muchos terrenos en esa zona donde se han autorizado construcciones, a pesar de no reunir las condiciones geológicas adecuadas para sostener viviendas.
Desde hace años lo viene repitiendo hasta el cansancio el respetado urbanista Alfonso Yurrita, decano de los constructores en Guatemala y uno de los creadores del Centro Cívico. En varias entrevistas, don Alfonso ha manifestado que las condiciones del terreno en muchas lotificaciones ubicadas en los alrededores de la Carretera a El Salvador no son adecuadas para construir y que estamos a las puertas de un desastre.
En algunos lugares de esa zona de la ciudad hay fallas sísmicas que representan un gran peligro y en otros, la composición del suelo no es sólida: son montañas y laderas a punto de deslizarse, más todavía si están pelonas de vegetación.
En resumidas cuentas, este fue un desastre cantado.
Dos cosas nos faltan para que no se vuelva a producir: agarrar responsabilidad, los individuos y las instituciones. Y prever en dónde sí y en dónde no es posible poner cimientos y edificar.