El jefe del Pentágono, Mark Esper, marcó distancia con el presidente Donald Trump y dijo que está en desacuerdo con usar a los militares para frenar la ola de protesta contra el racismo y la brutalidad policial.
En medio de las movilizaciones por la muerte de George Floyd, un ciudadano negro que fue asfixiado por un policía blanco en Minneapolis, Trump amenazó con desplegar a los militares para "arreglar rápidamente la situación", lo que desató una ola de críticas.
Este miércoles, el jefe del Pentágono marcó una distancia afirmando que está en contra del uso de fuerzas militares en activo para frenar la ola de protestas.
"No apoyo que se use la Ley de Insurrección", indicó Esper que piensa que las tropas en activo "sólo deberían ser usadas como un último recurso y sólo en las situaciones más urgentes y graves".
"Siempre he creído y sigo creyendo que la Guardia Nacional es más adecuada para prestar apoyo interno a las autoridades civiles en estas situaciones", dijo en una rueda de prensa el secretario de Defensa, en referencia al contingente de reservistas.
Esper también se refirió a la polémica después de que el lunes Trump reprimiera una manifestación pacífica delante de la Casa Blanca para despejar la zona y posar con una biblia delante de una iglesia que fue dañada al margen de una manifestación el fin de semana.
El jefe del Pentágono admitió que fue un error posar junto a Trump. "Hago lo posible por permanecer apolítico y por evitar situaciones que pueden parecer políticas", indicó. "A veces lo logro y otras no".
Arrestos
Casi diez días después de la muerte de George Floyd las movilizaciones seguían en las grandes ciudades como Washington, Nueva York, Houston y Los Ángeles, entre otras, pese al toque de queda decretado después de los disturbios del fin de semana.
Trump, que busca la reelección en noviembre, mantuvo su discurso este miércoles y pese a las críticas repitió en Twitter su mensaje de "¡Ley y orden!".
Las movilizaciones callejeras alcanzaron una dimensión no vista desde la década de 1960 durante las protestas por los derechos civiles, pese a que Estados Unidos es el país del mundo con más muertos por la pandemia del coronavirus, con más de 106 mil fallecidos y el brote sigue activo.
En Washington los manifestantes desafiaron el toque de queda pero no se registraron desórdenes, y en Nueva York, donde las autoridades extendieron hasta el 7 de junio las restricciones de circulación nocturna, la situación fue más calmada que el martes, cuando se registraron saqueos en la Quinta Avenida.
Cientos de personas desafiaron el toque de queda gritando "Sin justicia, no hay paz" y coreando el nombre de George Floyd.
"Nuestros ancestros lucharon por años para frenar cosas como estas y esto sigue pasando y estamos cansados. Es frustrante que un policía pueda matar, asesinar a un hombre delante de una cámara, frente al mundo entero", dijo Joy McClean, una empleada de una ONG que vive en el Bronx, en Nueva York.
En total la policía registró cerca de 9 mil arrestos en todo el país, según una estimación de los medios estadounidenses, citando infracciones al toque de queda, algunos actos de violencia y desórdenes.
En Minneapolis, el epicentro de las manifestaciones, la situación retorna a la calma de forma progresiva después de los disturbios del fin de semana.
El policía que detuvo a George Floyd y que lo inmovilizó presionando durante nueve minutos su rodilla contra su cuello fue inculpado por homicidio involuntario. Otros tres agentes que estaban presentes fueron despedidos, pero no se presentaron cargos en su contra.
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