Las ciudades crean sus propias historias y sus maneras de contarlas.Tiene su propia retórica la ciudad para hablar de los suyos, de los otros y de nosotros.
Siempre lo he dicho y me gusta repetirlo, el interior del país es ese lugar donde naciste vos, donde nacieron tus papás o donde nacieron tus abuelos. No hay pierde: eso que los capitalinos llaman "el interior" es, en realidad, todo.
Las historias se repiten una y otra vez. “Para las vacaciones nos íbamos a Entre ríos, a pasarla con mi abuela”, “yo crecí en Reu hasta los 16 años que nos mudamos para acá”, “mi abuela es de Quiché y mi abuelo de Zacapa”. La historia de la ciudad de Guatemala es la historia de la migración interna. Somos migrantes.
Yo soy de Xela, tengo 15 años de vivir en esta ciudad y sobrevivo. Y ya me encariñé. Aunque esta ciudad se resista a dejarse querer.
Todo el mundo tiene su propia versión de “la entrada a Guate”, pues pensando en eso de interior-exterior, para mí siempre la entrada es la Roosevelt, pero la Martí, la Aguilar Batres, Los Próceres, la San Juan son el resto de las puertas. En esta ciudad los puntos cardinales tienen nombres de avenidas.
Esta conciencia de ser de todos lados es fundamental. Sucede que la identidad consiste en estar conscientes, esa claridad para describirse, para decir quién sos cuando te lo preguntan.
Pasa con la ciudad que las identidades suceden en los barrios, en las colonias y las zonas. Al “yo crecí en Reu” le sigue un “pero soy de la zona 5”, al “mis abuelos son de…” siempre le sigue un “pero mi familia siempre ha vivido en la zona 21”, “por el Cerrito”, qué sé yo.
Fíjense ustedes cómo nos brillan los ojos cuando llegamos a ese lugar al que pertenecemos. Pertenencia, esa es la palabra, uno es de donde se siente parte. Y la pertenencia te sigue, se te sale, no te deja dormir, te busca, y un día sabés que tenés que volver a ese lugar a dejar flores, a comprar chicharrones, a traer tamales, qué sé yo… Tenés que volver a ese lugar de donde sos porque no podés no volver, ahí sí: ese es tu destino.
Y entonces cuando buscamos en nosotros, en nuestra historia, nos damos cuenta que tenemos mil cosas en común con esa persona a la que no entendemos. Cuando buscás en tu origen, encontrás raíces y todas, absolutamente todas las raíces son compartidas, no hay “esta raíz es para esta rama”. Nel, en las raíces somos, sobretodo, comunidad. Y entonces quizá por eso es que le decimos "el interior": porque todos venimos de ahí dentro.
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