El parabrisas del automóvil es una pieza vital, pues te protege de las inclemencias del tiempo y de las partículas que carga el ambiente cuando viajas a la velocidad requerida.
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Si se daña es vital que los revises a tiempo, pues arriesgas tu propia seguridad y la de todos los demás que vayan a bordo.
El parabrisas o vidrio frontal, consta de dos piezas de cristal con una capa de plástico laminado (polivinilo butiral) en medio.
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Si un objeto golpea contra él, su diseño hace que se rompa en pedazos más pequeños, evitando que haya pedazos más grande y peligrosos.
¿Señales que indican que hay que reparar o cambiar el parabrisas?
Fisuras:
Se producen cuando un objeto impacta y rompe una parte de la primera capa de cristal. Se puede reparar si es pequeña, pero si es tan profunda que penetra la capa interna de plástico, necesita un reemplazo.
Grietas:
La grietas es cuando una pieza de vidrio comienza a separarse por completo. Comienzan siendo pequeños pero crecen con el tiempo. Ya sea que el parabrisas esté expuesto a los rayos del sol o conduzcas a través del aire helado, los cambios de temperatura bruscos hacen que se expanda y contraiga haciendo que se extienda gradualmente.
Rayaduras:
Con el uso continuo del vehículo, aparecen pequeñas marcas que, cuando se juntan, limitan la visibilidad, algo especialmente molesto en días de lluvia o con el reflejo del sol. En este caso, lo mejor es acudir a un taller de confianza para reparar el parabrisas.
Laminado despegado:
Ocurre en los bordes del parabrisas. Si ves humedad, es porque el laminado no está fijado correctamente, esto provoca que el cristal se empañe y se extienda rápidamente por toda la superficie.
Un auto en buenas condiciones no tendría que necesitar obligatoriamente un cambio de parabrisas durante su vida útil, pues no sufre el desgaste programado de otros componentes, por ello ante el menor signo de daño, es importante actuar a tiempo.
Diferencia entre un leve daño o un impacto importante
Diferenciar entre un golpe menor y un impacto de importancia se determina por el tamaño del daño. Los daños menores en el parabrisas se presentan en forma de fisuras y grietas.
Cuando un daño es leve queda marcado en el parabrisas:
- En forma de una estrella (pequeñas grietas que se forman hacia afuera desde el centro).
- En forma de una diana (múltiples círculos), una diana parcial (forma de media luna), una grieta (de menos de 16 mm) o un hoyo (como una gubia).
- Las fisuras crean una línea distintiva en el vidrio que puede variar desde unos pocos milímetros a todo el ancho.
Los especialistas consideran que una fisura inferior a los 16 milímetros o un impacto por debajo del diámetro de una moneda (fuera del campo de visión directa del conductor), puede repararse sin necesidad de sustituir el parabrisas.
Para ello, se rellena la fisura o grieta con materiales adhesivos específicos y luz ultravioleta.
Además, si tienes varios golpes en el cristal y/o fisuras a menos de seis centímetros de los bordes, tampoco deberías repararla.
Lo más recomendable es acudir a un taller especializado para que un profesional pueda valorar la situación y ofrecer la solución óptima.
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