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La joven que busca la nacionalidad de su abuela arrebatada por los nazis

  • Por AFP
03 de mayo de 2021, 10:06
Son varias los motivos, desde razones afectivas al deber de salvaguardar la memoria o un deseo de hacer justicia, los que llevaron a los estadounidenses Maya y Noah. (Foto: Shutterstock)

Son varias los motivos, desde razones afectivas al deber de salvaguardar la memoria o un deseo de hacer justicia, los que llevaron a los estadounidenses Maya y Noah. (Foto: Shutterstock)

Una joven estudiante en Estados Unidos ha emprendido la reconstrucción de la vida de su abuela judía a partir de su dolorosa historia con los nazis. 

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Muy raramente hablan alemán, algunos ni siquiera han pisado territorio austriaco pero, han aceptado la mano que les ha tendido el país del que sus ancestros tuvieron que huir y recuperaron una nacionalidad robada por los nazis.

"Para mí, era algo crucial", afirma Maya, una estadounidense de 17 años. Aunque ha pasado toda su vida en Maryland, esta estudiante deseaba reconstruir los pedazos de la dolorosa historia de su bisabuela judía.

Testimonios de estos nuevos ciudadanos de la República de Austria, que se han beneficiado de un cambio de ley que ofrece, desde el 1 de septiembre, un pasaporte a los descendientes de las víctimas del Holocausto.

Son varias los motivos, desde razones afectivas al deber de salvaguardar la memoria o un deseo de hacer justicia, los que llevaron a los estadounidenses Maya y Noah, al israelí Gal, al argentino Tomás al británico Robert a reclamar ese derecho y recuperar la nacionalidad que les fue arrebatada a sus antepasados.

Exilio forzado

Sus relatos empiezan con las migajas que les han llegado. El exilio forzado de Stella Rinde Coburn, de la que es descendiente Maya Hofstetter, llegó en agosto de 1939, después de que Adolf Hitler anexionara su país natal al III Reich el 12 de marzo de 1938.

El abuelo del israelí Gal Gershon dejó Austria un año antes. "No fue decisión suya", recuerda Gershon, director de ventas del transportista aéreo El Al, de 46 años.

"Cuando tenía 13 años, sus padres lo metieron en un barco, a él solo", rumbo a un orfanato en Palestina. Durante mucho tiempo estuvo sin noticias de su familia, hasta que se enteró de que sus parientes murieron en los campos.

Antes de la anexión de Austria, el Anschluss, el país alpino contaba con 200 mil ciudadanos de origen judío. De estos, más de 65,000 fueron asesinados durante la Shoah. Para sobrevivir, la inmensa mayoría tuvo que escapar, a veces hasta Shanghái o Buenos Aires.

El padre de Tomás Diego Haas logró embarcar rumbo a Argentina sobornando a un diplomático, cuenta este sexagenario sudamericano, que ejerce un oficio muy vienés: psicoanalista.

En cuanto al joven Noah Rohrlich, de 25 años y residente en Washington, su abuelo se fue del país con 16 años, antes de que estallara la guerra. Empezó a estudiar en Harvard en 1946, cuatro años después de que sus padres murieran en un campo de concentración.

 "Saber de dónde venimos" 

"Siempre le preguntábamos cómo era vivir en Viena, pero nunca obteníamos una respuesta muy detallada", lamenta este estadounidense de pelo corto y negro, enseñando el pasaporte de caracteres góticos de sus bisabuelos Egon y Cilly, con una imponente "J" roja estampada (de "judío"). 

Pocos son los refugiados que contaron en qué condiciones tuvieron que marcharse. Había que hacer borrón y cuenta nueva, dejar Austria atrás y reconstruir toda una vida en otro lado. 

Para sus descendientes, obtener la nacionalidad representa muy a menudo una forma de restablecer los lazos con sus antepasados y con el país de origen. 

"Ahora, el hecho de ser ciudadano austriaco me da la sensación de estar más cerca de mi abuelo", afirma Noah, que eligió la misma profesor que él: ingeniero.

Gal menciona "una emoción muy fuerte". "Era una forma de cerrar la historia, de corregirla en honor a mi abuelo", explica. 

A su edad, Maya podría tener otras preocupaciones pero "el pasado afecta al presente", asegura. "Hay que saber de dónde venimos para esperar poder convertirse en alguien bueno". 

Su madre, Jennifer Alexander, investigadora en Ciencias Sociales para el gobierno estadounidense, también alega motivos políticos. "A mis abuelos les hubiera contrariado ver los Estados Unidos de estos últimos cuatro años", señala.

De su lado, el británico Robert G.W. Anderson se declara "encantado" de poder reconectar con sus raíces austriacas, y comenta que el Brexit también le incitó a recuperar la nacionalidad austriaca, pues el divorcio del Reino Unido con la Unión Europea lo "conmocionó".

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