Autoridades autralianas han informado que “equipos de francotiradores profesionales dispararán desde helicópteros contra los camellos salvajes”, y el mundo se levanta contra tal matanza.
Sin embargo, poco o nada se ha podido hacer. Se empezó a sacrificar esta semana hasta unos 10 mil camellos salvajes, cuya población se ha desbordado y que, en sus ansias por aplacar la sed, están poniendo en peligro a las comunidades del desierto, durante una de las peores sequías que vive el país.
El gerente de Tierras de los Anangu Pitjantjatjara Yankunytjatjara (APY), Richard King, dijo a la cadena ABC que se aprovechará el momento en que los camellos se acerquen al agua para matarlos.
Los pueblos aborígenes de la reserva de APY "se ven incapaces de gestionar la magnitud del número de camellos que se congregan (alrededor de las fuentes de agua), en condiciones de sequía", se excusa en un comunicado el Ministerio del Ambiente y del Agua, de Australia del Sur.
Otras de las explicaciones para esta grotesca acción es que estos miles de camellos en estado salvaje acuden a las fuentes de agua de las poblaciones aborígenes de la zona, por lo que dañan sus infraestructuras y ponen en peligro a las familias y comunidades, además de competir con el ganado por el vital líquido.
Pero no es la primera vez que se sacrifican miles de animales salvajes, como camellos o caballos.
Actualmente, Australia tiene la mayor población de camellos del mundo, más de un millón, según algunos expertos. Desafortunadamente, estos animales están considerados como una plaga porque contaminan las fuentes de agua y acaban con la flora en su búsqueda de comida.
*Con datos de Infobae
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