Era jueves 5 de febrero de 1998. La selección nacional, vestida de blanco con detalles azules, se enfrentaba al campeón del mundo, Brasil.
Se trataba de un partido oficial, correspondiente al grupo A de la Copa de Oro, que completaban El Salvador y Jamaica.
Guatemala, dirigida por Miguel Ángel Brindisi, planteó un partido valiente, incluso puso en aprietos a la poderosa "Verdeamarela" liderada por estrellas de talla mundial como Romario, Denilson y Taffarel.
Brasil nunca pudo dominar a los guatemaltecos y solo pudo abrir el marcador al minuto 79 gracias a un penal que convirtió Romario. El gol fue un duro golpe, pero los jugadores nacionales no se rindieron.
Ya en tiempo de reposición, un balón terminó en tiro de esquina luego de un tiro libre. Al cobro llegó Martín Machón. Hizo un centro al punto penal y Juan Carlos Plata saltó como si la vida se le fuera en ello y conectó de cabeza.
La pelota, como en cámara lenta, se fue a estrellar al palo izquierdo y terminó en el fondo de la red, ante la mirada atónita del arquero Claudio Taffarel.
En Guatemala, la afición explotó. Abrazos en la calle, gritos de júbilo y miles de cohetillos para celebrar.
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Finalmente, luego de un empate a cero con El Salvador y una derrota 3-2 con Jamaica, Guatemala quedaría eliminada en primera ronda.