Al presidente Jimmy Morales se le había visto poco, y oído menos, en el último mes y medio. Esta semana, sin embargo, reapareció rodeado de ministros y funcionarios para pedir que se le autorice decretar Estado de Calamidad. Lo que busca, dijo, es enfrentar las desastrosas condiciones en que se encuentra las carreteras, las cuales colapsaron mucho antes de que cayera la primera lluvia.
Es poco probable, a juzgar por la primera reacción de algunas bancadas, que el Ejecutivo obtenga luz verde para evadir los controles exigidos en la Ley de Contrataciones. Por tanto, habrá que ver cómo el Ministerio de Comunicaciones logra lidiar con la crisis actual y agiliza los procesos estancados durante meses, para atender a los miles de guatemaltecos incomunicados por el impacto de las últimas lluvias de septiembre.
Decretar un Estado de Calamidad, en medio de una crisis política que el presidente Morales no parece ver, es un despropósito de magnitud colosal. Es incomprensible que un año y medio después de haberse instalado este gobierno, la situación de la red vial vaya en franco retroceso.
En este país llueve en el octavo y el noveno mes del año. Siempre. A menos de que estemos afectados por sequías preocupantes. Pero, a juzgar por lo ocurrido en puentes, carreteras, vías de acceso y demás, el agua le cayó de sorpresa a la administración Morales. Todo colapsó, a pesar de que, por fortuna, furiosos fenómenos como Irma, María y José pasaron lejos de nuestro territorio.
Y aunque sabemos con claridad meridiana que la cartera a cargo fue una de las piñatas favoritas de corruptos y corruptores durante años, que las estafas fueron la constante en la construcción de infraestructura vial, que se dragaron ríos donde no se debía, que se cobró en exceso por esos trabajos y que la calidad de los materiales empleados es digna de rabia, es difícil entender cómo en el décimo mes de este año, ese ministerio solo ha ejecutado el 35 por ciento del presupuesto asignado.
Guatemala vive en constante emergencia. Somos un país vulnerable a todo. Pero no es con remiendos que se enfrentan los problemas, sino con planificación clara y con planes de prevención. Es urgente que empecemos a hacer las cosas al revés. Hoy se presenta una oportunidad digna de aprovecharse. ¿En medio de una crisis puede trabajarse de forma transparente y eficiente con los recursos disponibles? Por el bien del país, por los miles de afectados, espero que sí.
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