El miércoles 20 de septiembre asistí a la plaza, no por ser izquierdista, ni porque crea que quienes no fueron están a favor de la corrupción en nuestro país.
El #20S, la población dio un mensaje claro en cuanto a su cansancio de la corrupción y del deseo de cambio de nuestro sistema de partidos políticos y representantes. No quiero entrar en el debate de si era paro o manifestación. Yo participé ya que consideraba que era importante mandar un mensaje amplio y poner un “hasta aquí” a los pactos de corrupción que se han apoderado del sistema, y también porque mi consigna es que tenemos que empujar desde la ciudadanía las reformas a la Ley Electoral y de Partidos Políticos (LEPP).
Este es el paso urgente que tenemos que dar para tener nuevos representantes que tomen una verdadera agenda de cambio positivo en el país. Mi percepción de ver a los que participaron en la protesta del #20S es que existe una enorme coincidencia en estos dos temas, y no quiere decir que ni yo, ni muchos que llegaron, estaban de acuerdo con las posturas de algunos grupos que combinan estas demandas con otras más radicales.
Mi súplica a todos los que queremos a nuestro país es que no dejemos pasar esta oportunidad de convertirnos en actores activos y propositivos en este proceso social que busca cambios importantes en Guatemala.
Estoy convencido de que los empresarios tenemos un rol fundamental en la construcción de un futuro más próspero y en paz para todos. Somos el motor del desarrollo económico del país. Sabemos que se necesita de mucha más inversión, creatividad y emprendedurismo para generar todas las oportunidades que hacen falta.
También sabemos que se necesita mayor certeza jurídica y menor conflictividad social para que esto se pueda dar. Por todas estas razones y más, los empresarios podemos y debemos jugar un rol protagónico en este proceso evolutivo de las reglas del juego de nuestro país.
Sin embargo, no lo podemos asumir pasivamente o transmitiendo indiferencia, y tampoco asumir que tenemos un espacio en la mesa porque es nuestro derecho adquirido. Creo, más que nunca, que este espacio lo debemos ganar con humildad al reconocer que no somos el único que tiene una voz y propuestas.
Si genuinamente queremos construir un país más inclusivo donde las reglas del juego apliquen por igual para todos y donde logremos ofrecer las condiciones y oportunidades para poder vivir con paz social, veamos esta crisis como una oportunidad de cambio y juguemos el rol que el país realmente necesita.
Más de Salvador Biguria: