Italia, puesta de rodillas por la pandemia del coronavirus, retiene el aliento este lunes, aferrándose a la leve esperanza de que la disminución del número de muertos registrada la víspera comience a desacelerar la propagación de la enfermedad.
"Las cifras anunciadas (el domingo) son menores que las del sábado. Espero, y todos esperamos, que estas cifras puedan ser confirmadas en los próximos días. Pero no hay que bajar la guardia", declaró el jefe de la Protección Civil, Angelo Borrelli.
Italia, que registra cerca de 5,500 muertes en un mes, reportó el domingo 651 nuevos decesos vinculadas al coronavirus, 142 menos que el récord de la víspera (793), y 5,560 casos de contagio adicionales, 997 casos menos que los anunciados el sábado.
En Lombardía también, la región del norte que ha sufrido el mayor golpe en Italia, las cifras también en disminución son tomadas con gran cautela.
"Los datos están en claroscuro. Hoy, la claridad prevalece aunque no podemos cantar victoria", matizó Giulio Gallera, responsable de Salud del gobierno regional.
Esas cifras son de "buen augurio", aunque en realidad sólo "a partir del martes podremos saber si el confinamiento ha tenido éxito", es decir, dos semanas después de que la medida fue adoptada a nivel nacional el 10 de marzo.
Igualmente prudente, Giovanni Maga, virólogo del Instituto de Genética Molecular del Consejo Nacional de Investigación de Pavía, quien señaló que "la evolución de los casos positivos es a veces fluctuante".
"Debemos esperar al menos dos o tres días para saber si se trata de una tendencia real o no", estimó este lunes en el canal de noticias Rai News 24.
Para aumentar las posibilidades del país de salir más rápido de la pandemia, el gobierno amplió el lunes las medidas de confinamiento, ordenando parar toda la industria de producción no esencial y prohibiendo a los italianos desplazarse de una localidad a otra, salvo en casos "de urgencia absoluta" o por "motivos de salud".
El objetivo de estas nuevas medidas es detener al máximo la circulación de personas, y evitar lo que sucedió el fin de semana del 7 y 8 de marzo tras la orden que puso en cuarentena a 15 millones de habitantes del norte.
Entonces, miles de personas que trabajan en el norte se precipitaron a aeropuertos y estaciones de buses y trenes para reunirse con familiares en ciudades del sur del país, contribuyendo a la propagación del virus en regiones menos equipadas en términos de salud.
La gran mayoría de los italianos ahora parece aceptar y respetar las medidas restrictivas que muestran las calles desiertas de las principales ciudades italianas desde Milán hasta Nápoles, pasando por Roma y Florencia, lejos de las multitudes vistas hace dos semanas en playas o parques.
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