"Teníamos a este monstruo viviendo bajo nuestro techo y no lo sabíamos". Así de contundente fue Kimberly Snead, quien junto a su esposo, James, hospedó a Nikolas Cruz en su casa de una tranquila localidad cercana a Miami.
"Todo lo que ahora todo el mundo parece saber, nosotros no lo sabíamos", aseguró James, de 48 años, un veterano condecorado y analista de inteligencia militar.
Su esposa, enfermera de 49 años, agregó: "No vimos ese lado suyo".
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En noviembre del año pasado, durante el Día de Acción de Gracias, uno de los tres hijos de los Snead les pidió que alojaran a Cruz. El primero de ese mes, la madre adoptiva del tirador murió de neumonía y dejó huérfano al joven de 19 años.
El matrimonio aceptó recibirlo en su casa, pero con condiciones. Nikolas debía seguir las reglas de la casa y en particular las que tenían que ver con respecto a la seguridad y el uso de las armas de fuego.
El joven llegó con su arsenal a casa de los Snead. El mismo incluía un rifle AR-15, que habría utilizado para la masacre, y otros dos rifles de asalto, entre otros. Las armas fueron depositadas en un armario con candado, cuya llave solo tenía James.
Si Cruz quería alguna de sus armas, debía pedirle permiso. Lo hizo en dos oportunidades: en una accedió y en la otra no.
Según relató el matrimonio, el día de la masacre las sacó por su cuenta. "Era muy inocente. No era tonto, sencillamente inocente", comentó James, quien detalló que el joven no sabía cocinar, usar un microondas ni lavar la ropa.
Cruz, quien tenía la intención de ser militar, iba a heredar 800 mil dólares cuando cumpliera 22 años, tras la muerte de su madre.
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