Casi una semana duró un incendio en el vertedero de Bárcenas, Villa Nueva, eso no detuvo a decenas de personas que día a día visitan el lugar en busca de desperdicios que puede significar una semana de alimentos para su familia.
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Esta es la historia de Luis Alfredo Hernández, quien a pesar del fuego no dejó de llegar un solo día al vertedero con el objeto de encontrar algo valioso, qué poder vender y con ello llevar dinero a su casa para alimentar a sus seis hermanos y a su mamá.
Tiene 30 años, pero aparenta más de 50. Su rostro reflejaba cansancio, su piel esta quemada por el sol. A penas podía abrir los ojos por el humo. Estaba lleno de ceniza. Su jornada había empezado a las 6 de la mañana, como todos los días.
El fuego en el lugar no lo detuvo. Sabe que corre riesgo, pero tiene una gran responsabilidad, llevar alimentos a su familia. Lleva días aspirando gases tóxicos.
"Vengo a ver qué consigo para llevar comida a la casa. Como sólo estoy yo en la casa ahora, no tengo a mi papá, entonces tengo que rebuscármela yo para ver si llevo algo de comida a la casa", recalcó.
Luis Alfredo no tiene hijos, pero sí hermanos. Su papá los abandonó y su mamá "lava ropa ajena". Él se hizo responsable de su familia. Como "no consigue trabajo en otro lugar", optó por buscar entre la basura.
Él y su mamá se levantan a las 4 de la mañana para empezar su jornada. Luis Alfredo camina hacia el vertedero y ella adelanta los quehaceres del hogar para después ir a trabajar a otras viviendas.
Según el hombre, el fuego empezó desde principios de diciembre, pero a "los señores" de la Autoridad para el Manejo Sustentable de la Cuenca del Lago de Amatitlán (Amsa) hicieron caso omiso. "Ellos lo sabían, se dieron cuenta, pero no hicieron nada. Nosotros como tenemos necesidad, seguimos viniendo", manifestó.
Su familia está compuesta por seis personas. Llega todos los días al basurero en busca de "chatarra, aluminio, latas, cobre o bronce... pero como ahorita todo está quemado sólo encontramos lata". Que después vende en las chatarreras para llevar dinero y comprar alimentos.
Vive en la línea férrea. Algunos de sus hermanos son adolescentes, pero no trabajan porque temen que si lo hacen "se los puedan quitar" las autoridades.
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Regularmente su jornada dura unas doce horas, pero desde que inició el incendio se va "temprano" porque "el humo está muy fuerte y arden los ojos, ya no los aguanto". Para protegerse, sólo llevaba una mascarilla que encontró entre la basura. "Estaba buena y como está esa cosa del Covid, me la puse y me ha ayudado también con el humo", dijo.
Los "guajeros"
Después que se lanza un desperdicio al basurero, las personas suelen olvidarse de éste. Pero detrás de él hay un mundo poco conocido y del que muchos no quieren enterarse.
Los "guajeros" son los trabajadores que viven de la basura. Todos los días llegan a los vertederos para buscar entre los desperdicios. Se les llama así por la palabra "guaje" que es utilizada para referirse a algo de poco valor. Sin embargo, para ellos es su modo de vida.
Cada día, llegan 200 guajeros "autorizados" por Amsa, pero en verdad son más de 300, muchos de ellos, menores de edad, pese a que, en apariencia está prohibido.
Los que tiene permiso ingresan por la puerta principal, pero la mayoría lo hacen por puntos ciegos. No importa si es fin de semana o asueto, ellos están allí buscando algo que puedan vender.
La libra de lata o aluminio se las compran a 2.50 quetzales. Cuando les va bien, logran sacar 100 quetzales que les sirve para sobrevivir por lo menos cuatro días, al menos así contó Luis Alfredo.
Aunque la mayoría busca metales, a veces también encuentran ropa en buen estado, zapatos, alimentos en lata, la mayoría están vencidos pero si lo abren y no huele mal, lo consumen.
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