Me imagino que muchos de ustedes no son seguidores del ciclismo internacional y por lo tanto desconocen al gigante colombiano de 1.65 metros de altura que responde al nombre de Nairo Quintana. Voy a comenzar entonces por resumirles la vida de este gran ciclista: "el escarabajo" escalador que hizo historia este año clasificándose en segundo lugar en el Tour de Francia.
Nairo nació en Boyacá, Colombia, un 4 de febrero de 1990, hijo de una familia muy humilde de agricultores. Sus primeros meses de vida fueron un verdadero reto. Sufrió de muchas enfermedades y estuvo a punto de perder la vida por una dolencia conocida en su tierra como “tentado de difunto”.
Desde entonces Nairo demostró ser un luchador y un sobreviviente. A los 15 años viajaba en bicicleta a su escuela, recorriendo 16 kilómetros con subidas pronunciadas donde encontraba a ciclistas profesionales a quienes les aguantaba el paso.
Su padre hizo grandes sacrificios para comprarle una mejor bicicleta y apoyó el sueño de Nairo de dedicarse al ciclismo. El resto es historia: Nairo se convirtió en ídolo de su región destronando a campeones. Compitió en varios equipos nacionales hasta que en 2012 dio el salto al ciclismo europeo con el equipo Movistar.
A su llegada, Nairo se enfrentó a la discriminación. Le escupían con gritos de ‘’fucking indian’’ cuando descolgaba a las grandes figuras mundiales pero esos insultos le servían de combustible para seguir acumulando victorias.
Este Tour de Francia gocé al ver a Nairo reventando a los líderes y escuchando sus declaraciones, que tanto trabajo le costaban pues ha luchado con problemas del habla toda su vida. Mientras observaba su espectacular desempeño, no podía dejar de preguntarme: ¿cuántos potenciales Nairos hay en nuestro país?
De 1.65 metros de estatura, 120 libras, originario de un área rural, usaba bicicleta como medio de transporte y trabajó desde la infancia para ganarse un lugar en la vida. En mi carrera deportiva he conocido a muchos atletas y no olvido a tres personajes de mis inicios, rivales a muerte cada vez que los encontraba en alguna competencia: Ola y Ola de Quetzaltenango, Pablito de El Estor y el Pelón de Petén. Tres luchadores con el potencial, la garra y todas las cualidades para llegar a la élite mundial, en un medio adecuado. Nunca supe más de ellos.
El detalle: las condiciones apropiadas. Necesitamos sistemas de desarrollo profesional para atletas libre de corrupción; mayor involucramiento de la iniciativa privada; capacidad de demostrar el retorno de la inversión en el deporte (el ciclismo es el segundo con más seguidores en el país); y sobre todo, más espíritus como el del tremendo colombiano que NUNCA dejó de luchar.
Estamos llenos de posibles campeones. Apostar por nosotros mismos y por los chapines excepcionales, es apostar por un mejor país.