Tenemos un problema con el sector Justicia, de eso nadie tiene demasiadas dudas. El tiempo que se toman además, trágicamente, no nos trae sentencias elaboradas sino, por lo general, auténticos chapuces.
Un reciente estudio de Human Rights Watch sobre tiempos judiciales pone nombre y apellidos a los principales responsables de los atrasos en los procesos judiciales. No es CICIG, como dice Otto Pérez Molina, sino las altas Cortes del país.
Los abogados defensores hacen lo que creen oportuno para favorecer a su cliente así como el MP para acusarlo. Por otro lado los jueces de instancias inferiores están saturados.
Si unos y otros abusan de recusaciones y amparos deben ser corregidos por la Corte de Constitucionalidad y Corte Suprema de Justicia a través de directrices y sanciones. El cuello de botella está más arriba que abajo, porque tienen, sin hacer reformas, la facultad de corregir y orientar.
Pero ¿qué esperábamos? No hay meritocracia incorporada en ningún momento del proceso de elección de las Cortes y eso al final se nota en la capacidad y en la naturaleza politizada de las instituciones.
La CC va lenta pero insegura, jurídicamente hablando. El caso de la Mina San Rafael es especialmente grave y errático.
Al margen del debate sobre la minería (que es un tema que debe ser abordado con seriedad y extensamente) la realidad es que a esta empresa se le dieron unas reglas del juego y empezando el primer tiempo del partido se le dice que ya no valen, que hay que cambiarlas.
La pelota está ahora en la CC, se han cumplido los plazos y no hay reacción de su parte. Saben que la mina pierde más de un millón de dólares de salarios al mes.
Saben que la imagen de Guatemala ante los inversionistas internacionales se está viendo afectada. Saben que las calificadoras nos ven cada día con peores ojos. Y nada, no hay reacción.
Después de la sentencia de la hidroeléctrica Oxec, donde se establecía un modelo para casos similares no hay demasiado pierde, se trata de aplicar una filosofía similar. Y nada.
En una película llamada Fallen con Denzel Washington aparece el personaje de un cínico demonio. A este le gusta cantar “Time is on my side (el tiempo está de mi lado)” de los Rolling Stones, con actitud jocosa. Sabe que solo tiene que esperar.
Las viejas formas de política cantan lo mismo…el tiempo, está de su lado. Solo hay que resistir y mirar para otro lado. El problema no se irá pero al menos esperan que haciéndose los locos le toque a otro la pacaya.
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