Hasta hace un par de años Rafael Hernández, conocido como “Velorio”, era el cómico más famoso de Guatemala. Sus chistes han sonado varias décadas desde los casetes que circulaban clandestinamente en el colegio hasta los shows enteros subidos al Youtube.
Sus chistes son un ejemplo claro de la idiosincrasia guatemalteca: racistas, clasistas, homófobos, machistas, todas las formas de exclusión se asoman a su humor que, hay que concederle esto, lo convierten un comediante único: portavoz de lo peor de nuestra sociedad.
Así el Congreso de la República, como un mal chiste de Velorio. En estos días la diputada Andrea Villagrán denunció que su bolsa apareció tirada en el basurero de la sección de curules a la fue reasignada. Colocada ahí por sus colegas congresistas.
En serio que hay que ser basura, señores diputados.
Arturo Martínez Dell, jefe de bancada de Todos, argumentó “tomé la decisión de cambiar a la diputada Andrea Villagrán de curul para salvaguardar su integridad física porque estaba en una fila de hombres y en un momento dado pudiera suceder cualquier cosa”. Se agradece la honestidad brutal, diputado Martínez, cambiar de curul a una diputada POR SER MUJER, porque no puede garantizar su integridad entre un grupo de orangutanes que, por si no fuera poco, deciden el destino de la legislación de Guatemala, ¡asco!
La diputada Villagrán forma parte del Frente Parlamentario por la Transparencia, que es una de las pocas luces que el Congreso aún conserva, un grupo de diputados que trabajan fuera de la agenda del #PactodeCorruptos que tiene cooptado el legislativo, empezando por la junta directiva.
Es un chiste malísimo, uno de esos que no solo no da gracia sino que ofende, la constante burla de los diputados a los guatemaltecos se ha convertido ya en un sistemático abuso. Un circo de agresores, tiranitos de pacotilla.
Galdámez con su camisola de Brasil –el menor de sus males-, Linares Beltranena y sus comentarios sobre las mujeres y las personas con discapacidad, los gritos de estadio de la diputada Back –y su hija-, la prepotencia de Hernández Azmitia que es el claro ejemplo de las implicaciones que tiene darle poder a un bully. Javier Hernández y la cuarta ley de Newton (todo lo que se arrastra tiende a subir), etcétera, etcétera.
El legislativo está cooptado por lo más desagradable que como sociedad podemos dar, lamentablemente en ese sentido es bastante representativo de lo peor de nosotros. La bolsa de una diputada en un basurero del congreso representa la dignidad de las guatemaltecas lanzada a la basura, así como se lee. Y los alcanzará la justicia, ya verán, marranos.