El 3 de mayo se publicó en el Diario Oficial el Acuerdo Municipal 050-2018 del Consejo Municipal de San Miguel Petapa, que prohíbe el uso de bolsas plásticas, pajillas y duroport, con penas de multas de hasta Q50 mil.
La medida entrará en vigencia en noviembre próximo. Y aunque las autoridades están convencidas de que lograrán que la población tome conciencia, hay personas, en especial los comerciantes, que están preocupados y critican la disposición.
Carlos Chacón, jefe de comunicación Social de la Municipalidad de San Miguel Petapa, se muestra entusiasta. Confía en que tres ferias informativas bastarán para que las personas tomen conciencia.
Para el funcionario, el problema es que las personas no saben que tienen alternativas. Por ejemplo, hay bolsas de basura biodegradables o platos fabricados con arroz a un precio similar.
Dos casos
Pero no es tan así como lo plantea Chacón. Por ejemplo, un millar de tenedores se consigue en Q80, pero un millar de productos biodegradables está a Q160, compara Midred Alemán, propietaria de Serviplast, una venta de artículos de duroport localizada a pocos metros de la Municipalidad de San Miguel Petapa.
Alemán no es la única preocupada. Aunque adoptaron la medida de manera inmediata y con el mejor deseo de ayudar al medio ambiente y de cumplir la disposición municipal, Karen Morales, de la panadería San Miguel, en la colonia Eucaliptos 2, explicó que no ha sido fácil el cambio.
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“A nosotros nos ha ayudado, porque ya no gastamos en bolsas. Sin embargo, hemos tenido problemas con los clientes, incluso, algunos hasta nos han maltratado porque están acostumbrados a la bolsa plástica”, lamentó Morales.
Según la dueña de la panadería han tratado de buscar alternativas, como las bolsas de papel, pero “son muy caras y allí se va la ganancia del pan”.
Un cartel hecho a mano aclara que ya no se dará bolsa plástica y pide a los clientes llevar su panera. “Nosotros hemos regalado para Navidad y otras festividades, solo les pedimos que las usen, porque queremos evitar una multa”, detalló Morales.
Teresa Sarat, dueña de una tortillería en la colonia Los Eucaliptos 2, aseguró que han tenido un ahorro desde que dejaron de utilizar las bolsas.
“Gastábamos unos 500 quetzales diarios en bolsas, para el negocio es bueno y para cuidar el planeta, creo que más”, manifestó Sarat.
Incertidumbre
Mientras en el centro de San Miguel Petapa hay conocimiento sobre la medida, en las áreas aledañas lo ven como una medida externa que no les afecta.
Así quedó claro en el mercado de Villa Hermosa, a pocos minutos del área central de San Miguel Petapa. La medida también les afecta, sin embargo los locatarios están convencidos de que no es así.
No solo mantienen el uso de bolsas plásticas, sino que están en desacuerdo con las disposición municipal.
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“Por el momento no nos han dicho nada, seguimos usando la bolsa porque nadie nos ha avisado de que no lo hagamos”, aseguró Reina Alvarado, vendedora de pollo en el mercado de Villa Hermosa.
Entre más se avanza por el mercado, más se observa que la bolsa sigue siendo utilizada y que la población se resiste a cambiar ese hábito. Aunque hay personas que usan bolsas de tela u otro material reutilizable, cada producto que compra se los entregan en plástico.
Los vendedores saben que hay medidas para reducir el uso de bolsas plásticas. Uno de ellos aseguró que sigue dando bolsas porque la prohibición es solo para San Miguel Petapa, pero no para ellos porque están en Villa Hermosa, pese a que el lugar pertenece al municipio.
En tanto, las autoridades municipales están convencidas de hacer que las personas tomen conciencia con la realización de tres ferias informativas, y la entrega de bolsas hechas con tela reciclada fabricada con pantalones de lona donados por la misma población.
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Historial
Nueve municipios se han sumado a la propuesta de reducir el uso de plástico prohibiendo el uso de bolsas de este material, pajillas y productos de duroport. Sin embargo, lograr el cambio no es nada fácil.
En la experiencia de San Pedro La Laguna en Sololá quedó claro que lo más difícil es crear conciencia, de acuerdo con Edwin Méndez, alcalde de la localidad.
Sin embargo, la contaminación que genera el plástico y los problemas, incluso sociales, han provocado que las municipalidades tomen medidas extremas y prohíban su uso.
En 2017 se evidenció el gran problema que los plásticos, en especial las bolsas y los envases pet, han generado cuando las autoridades hondureñas se quejaron de que la basura de Guatemala amenazaba los arrecifes de coral de ese país.
Ocho kilómetros de basura invadieron las playas de El Quetzalito, en Puerto Barrios, Izabal. Toda proveniente del río Motagua convertido en el vertedero de la Metrópoli y de otros departamentos como Quiché.
De inmediato hubo condenas y críticas hacia el Gobierno que lanzó medidas correctivas, pero ninguna preventiva.
El Motagua no es el único río utilizado para lanzar basura. Según ambientalistas, el problema de la basura es complejo, porque todos saben que existe, pero una vez las personas ya no ven sus deshechos piensan que ya no es su asunto.
El río Las Vacas, el lago de Atitlán, pero sobre todo el de Amatitlán, son muestra clara de la problemática de la basura. Es por ello que algunos han tomado medidas radicales, que a pesar de ser nobles, están chocando con la población acostumbrada a ver la basura como asunto de otros.
El caso más emblemático es el de San Pedro La Laguna, Sololá, que ya cumplió un año de haber prohibido el uso del plástico, las pajillas y el duroport; y solo una porción minoritaria de personas se queja. Incluso, lograron duplicar el turismo atraído por la conciencia ambientalista del municipio.
Otros se han ido sumando. El más cercano y reciente es el de San Miguel Petapa. Y a pesar del optimismo de las autoridades. Muchos no están de acuerdo y otros prefieren hacerse los desentendidos.
“No es el plástico, es toda la basura”
De acuerdo con el presidente de la Gremial de Plásticos de la Asociación Guatemalteca de Exportadores, Rolando Paiz, hay estudios que revelaron que sólo el 8% de la basura que se genera es plástico, y de esa cantidad las bolsas representan entre el 1 y 2%, por lo que el impacto es mínimo.
"Si Guatemala quiere cambiar se tiene que enfocar en el manejo de toda la basura, pero no hay legislación que diga cómo hacerlo", lamentó el empresario.
Por su parte, Rodolfo Samayoa, quien habla en nombre de los productores de bolsas plásticas, indicó que han visto, como gremio, con preocupación cómo algunos alcaldes han prohibido estos accesorios.
“Al eliminar la bolsa plástica no se está resolviendo un problema, ya que del total del volumen de basura que sale de los hogares de los guatemaltecos, la bolsa solo tiene un 1.5 %, o sea que si sacamos el 1.5% de la basura no vamos a resolver el problema de la contaminación”, explicó Samayoa.
Asimismo, detalló en el aporte económico que genera el plástico, ya que son más de 250 mil empleos, entre directos e indirectos, según el Banco de Guatemala. También que esta industria representa el 2% del Producto Interno Bruto (PIB), y que si hubiera una prohibición a nivel nacional se perderían Q2 mil millones anuales.
“La solución no es suprimir de un plumazo una actividad tan importante, es mejor hacer consensos entre el Congreso de la República y las municipalidades, para elaborar una ley de manejo de desechos sólidos, que no lastime a nadie y menos a una actividad tan productiva e importante en el país y por supuesto, que tampoco lastime al ambiente”, concluyó Samayoa.