El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, destituyó a su popular ministro de Salud, Luiz Henrique Mandetta, tras semanas de enfrentamiento entre ambos por la política de combate al coronavirus.
"Fue un divorcio consensual", afirmó Bolsonaro en una conferencia de prensa en Brasilia, poco después que Mandetta comunicara oficialmente que había sido destituido.
Siguiendo las orientaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Mandetta era un fiel defensor de las medidas de aislamiento social criticadas por el presidente debido al impacto en la economía.
Para sustituirlo, Bolsonaro escogió al oncólogo Nelson Teich, con quien acordó que "gradualmente es preciso reabrir los empleos en Brasil", informó el mandatario.
Sin embargo, el ministro entrante, que tiene el respaldo de la Asociación Médica de Brasil (AMB), aseguró que "no habrá ninguna definición brusca, radical" sobre el aislamiento social definido por los gobernadores de cada estado brasileño.
Oponer salud y economía "es muy malo", añadió Teich, que en un artículo reciente defendió el aislamiento como medida para contener la propagación del virus.
La relación entre Mandetta y Bolsonaro se venía desgastando desde el inicio de la crisis sanitaria, que hasta este jueves había dejado 1,924 muertes y 30,425 contagios.
Las autoridades prevén que el auge de la epidemia ocurrirá en Brasil en mayo.
Opuesto a las medidas de aislamiento, Bolsonaro sostiene que se ha fomentado un clima de "terror" e "histeria" en torno a la pandemia, e incluso ha ignorado recomendaciones de sus propias autoridades sanitarias para evitar aglomeraciones, realizando paseos espontáneos en ferias, panaderías y otros lugares públicos al encuentro de seguidores.
"El remedio no puede tener un efecto colateral más dañino que la propia enfermedad", insistió este jueves Bolsonaro, quien afirmó que su gobierno no puede sostener "por mucho tiempo" las medidas económicas de emergencia adoptadas para proteger a los trabajadores informales, empresas y personas desempleadas.
Su postura desató una crisis entre el ejecutivo federal y los gobernadores de grandes estados como Sao Paulo y Rio de Janeiro, los más afectados y que determinaron ya en marzo medidas para restringir la circulación de personas, menos restrictivas que las la mayoría de países europeos.
Ministro con "proyección política"
Desde el inicio de la crisis Mandetta ha estado al frente de conferencias de prensa casi diarias y se tornó una figura popular entre muchos brasileños inconformes con la postura del presidente.
Pero su destino cambió el pasado fin de semana: perdió el apoyo de los influyentes militares, que hasta entonces le habían salvado el pellejo, incómodos con una declaración que dio en un programa televisivo estelar, en la que decía que los brasileños "ya no saben si escuchar al ministro o al presidente".
Mientras Bolsonaro anunciaba en vivo por la TV la destitución de Mandetta, muchos brasileños en barrios de Rio y Sao Paulo se asomaron a sus ventanas golpeando cacerolas al grito de "¡Fuera, Bolsonaro!".
Mandetta, que anunció por Twitter su destitución, agradeció la "oportunidad" de "planificar el enfrentamiento a la pandemia del coronavirus", el "gran desafío" que Brasil tiene por delante.
En una conferencia de prensa poco después, volvió a defender la ciencia como la "luz" capaz de guiar al país por esta crisis.
"No está claro cómo actuará el nuevo ministro. Pero Bolsonaro no lo habría elegido si no hubiese una alineación mínima entre ellos", opina Vinicius Vieira, politólogo e investigador asociado de la Universidad de Sao Paulo (USP).
"Bolsonaro destituyó a Mandetta porque ganó proyección política. La tensión ahora solo aumentará con los gobernadores, el Congreso y la corte suprema", añadió el analista, que prevé un agravamiento de las tensiones en caso de que el gobernador de Sao Paulo, Joao Doria, endurezca las medidas de cuarentena en su estado.
La corte suprema decidió esta semana que los estados y municipios tienen autonomía para decidir qué medidas adoptar para enfrentar la pandemia.
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