Carismática, sencilla, divertida y sabia, son algunas palabras que describen a la científica Ada Yonath, la premio Nobel en Química 2009. La mujer, originaria de Israel ha triunfado en la vida a pesar de las dificultades que tuvo durante su infancia y adolescencia.
Su personalidad inspira confianza y comparte con la juventud sus conocimientos, a quienes recomienda siempre sonreír y esforzarse para obtener sus metas, sin importar los obstáculos.
“Hubo dificultades y cosas muy buenas cuando era niña. Siempre quise progresar y eso hacía que la vida fuera mejor”, explica la investigadora israelí.
Durante su infancia, Ada y su familia vivían en el hacinamiento con otras familias, y Yonath recuerda que los libros era lo único que tenía que mantenerse ocupada. Pese a la pobreza, sus papás la inscribieron en la escuela, asegurándole una buena educación. Cuando su padre murió, la familia se mudó a Tel Aviv.
Tras luchar contra la pobreza y muchas dificultades, Ada logró terminar la universidad con mucho sacrificio y empezó a trabajar en la investigación donde ha logrado destacar, tanto así que en 2009 recibió el premio Nobel en Química.
Su vida ha sido una inspiración para muchas personas, aunque ella dice que cada persona tiene que hacer su propio camino.
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“Sería bonito si alguien me pudiera seguir, pero no es posible. Nadie puede seguir a otro porque la vida es distinta para cada persona. No es posible tener la misma experiencia que otra persona. Mi vida es mi vida, tal vez buena o mala, pero no puedes seguir a nadie, cada persona tiene que ser original y tener una vida original”, explica.
La científica finaliza aconsejando que no importa que es lo que haga cada persona, mientras lo haga con pasión y lo convierta en un pasatiempo y se divierta, de lo contrario sería una pérdida de tiempo. Ada Yonath recibió el Doctorado Honoris Causa de la Universidad del Valle por su aporte a las ciencias.