Esta semana arranca la elección de magistrados a la Corte de Constitucionalidad, con las votaciones del Colegio de Abogados.
No veo a la gente deambulando en las calles, como almas en pena. Este sábado, el último de febrero, se juntó un grupo de manifestantes frente al Congreso para exigir una reforma electoral con sustancia y una CC digna, entre otras demandas, pero no se llenó la calle.
No pasa como cuando ya sentíamos al mandamás del partido Lider, Manuel Baldizón, en la poltrona presidencial.
Mejor nos vamos sacudiendo la modorra complaciente, porque las próximas seis semanas son más importantes que las elecciones generales.
Desde el retorno a la era democrática, hemos visto dos presidencias rotas a destiempo --la de Jorge Serrano Elías y la de Otto Pérez Molina--, pero la CC ha permanecido incólume.
La CC es el último árbitro de nuestros conflictos más complejos, sean estos civiles, penales, laborales o políticos.
Por eso hay tantos sectores empeñados en copar la institución con propósitos inconfesables: desde empresas comerciales hasta presos VIP.
Los casos judiciales que definirán nuestro rumbo político –como el proceso de la Línea, que arrastra al ex Presidente Pérez Molina y su Vice, los juicios a funcionarios corruptos, las transas en la venta de medicinas y el "tsunami" que viene—irán a dar a la CC.
El miércoles 2 de marzo, el Colegio de Abogados elegirá a dos de esos magistrados. A partir de ahí, tomarán su decisión el el Presidente de la República, el Consejo Superior Universitario, la Corte Suprema de Justicia y el Congreso.
El resultado nos afecta a todos y los ciudadanos conscientes deberíamos asegurarnos de que nuestra voz se oiga.
Cada uno de nosotros tiene, en su red, a personas que sí son electores o que pueden influir en esos electores. Hay que hablar con ellos, escribirles, llamarles la atención virtualmente, manifestar frente a sus despachos, hacer patente la responsabilidad que pesa sobre ellos.
Por ejemplo, ¿a cuántos abogados, internacionalistas o politólgos, conocemos? Los registros históricos demuestran que sólo vota alrededor del 20 por ciento de los colegiados activos. Debemos acercarnos a los que pueden votar para que lo hagan por las personas más capaces y honestas, no por quienes reparten chocolates o rifan microondas.
De igual forma, debemos hacer sentir esa vigilancia ciudadana a los demás electores.
El Presidente Jimmy Morales tiene la oportunidad perfecta para reivindicar o hundir el inicio de su gestión. Podría elegir magistrados afines ideológicamente, pero conocedores irrebatibles del derecho, con trayectoria intachable.
Juristas cuyo mérito no se limite a ser el compadre de algún granuja que le ayudó en campaña o un gatillero con bufete. Necesitamos en la CC a profesionales que lleven el respaldo de su experiencia e integridad en el nombre y en la hoja de vida. No sorpresas, no experimentos.
Ojalá la consciencia de la USAC también se sacuda y haga sentir su peso histórico, para que la Universidad de mayor tradición en el país rompa las cadenas que la han atado a las mafias que se adueñaron de la institución.
Por su parte, la Corte Suprema de Justicia puede demostrar, como lo ha hecho con algunos fallos, que puede ser una institución independiente.
¿Qué decir del Congreso, luego del fallido intento de masacrar la capacidad investigativa del Ministerio Público? Cuidado intentan otra canallada diputados, porque cuando la mecha de la calle prenda, ustedes son los primeros en la mira.
En las próximas cuatro semanas, cinco instituciones que han sido rehenes de la corrupción definirán si esa pequeña llama de esperanza que nació en la Plaza puede encender los cambios que el país necesita.
Abramos los ojos, pongámonos en marcha, porque el futuro está en juego.