Una noche mientras Ernesto Morales caminaba de su cuarto hacia el baño sintió una repentina debilidad en sus piernas; pensó desfallecer e intentaba no perder el conocimiento. Su esposa, tomó ropa y se fueron de inmediato hacia el hospital.
Don Ernesto luchaba por permanecer consciente; sin embargo, se desmayó. Los médicos le hicieron exámenes y llegaron a una conclusión que desconcertó a su familia: tuvo un coma hepático, sufriendo un daño irreversible en su hígado y dejándole una expectativa de vida de tan solo dos meses.
La única posibilidad de sobrevivir era realizándole un trasplante de hígado. Inmediatamente sus cuatro hijos se ofrecieron para este sacrificio, pero solo María Eugenia “Shenita”, su hija de 23 años, era la única que reunía las condiciones para ser la donadora.
Sin embargo, había un problema; en Guatemala no existe un quirófano equipado para realizar este tipo de operaciones. La única opción inmediata que Don Ernesto tenía era viajar hacia Guadalajara, México.
Con Shenita ya preparada para donar la mitad de su hígado a su padre, el Doctor Luis Carlos Rodríguez Sancho pudo realizar el trasplante en una operación que duró más de 16 horas.
Cinco días después, Shenita fue dada de alta y varias semanas más tarde Don Ernesto salió del hospital justo a tiempo para la graduación de su hijo más pequeño. Actualmente, ambos se encuentran recuperados y con hígados sanos.
La Fundación HEPA
Pero no todo quedó ahí, ya que la enfermedad de Don Ernesto fue el comienzo de lo que podría ser una gran historia para el país; pues en su mente no existe otra idea: “que en Guatemala se puedan realizar trasplantes de hígado accesibles”.
Para dicha misión constituyó la Fundación HEPA para el Trasplante de Hígado; la cual apoya el esfuerzo de la Embajada de Taiwán para implementar dos quirófanos que estarán instalados en el Hospital San Juan de Dios.
Don Ernesto señala que para realizarse el trasplante tuvo que hipotecó y emplear todos sus recursos, gastó más de 150 mil dólares en la operación. Además indicó que posee contactos y apoyo de empresarios pues es propietario de una empresa de logística; pero, “¿Qué pasa con toda esa gente que no tiene ni una sola posibilidad, ni siquiera de pedir un préstamo o de hipotecar su casa? Se muere”, comenta.
Por ello, luego del trasplante se percató de lo difícil o imposible que puede ser para muchas personas acceder a una operación. “Por ello deben hacerse en Guatemala, y deben ser accesibles para todo tipo de personas”, agregó.
Actualmente la Embajada de Taiwán cuenta con 13 médicos guatemaltecos capacitados en el extranjero para realizar este tipo de operaciones; ya tienen el área para los quirófanos, pero equiparlos costaría alrededor de 500 mil dólares.
Don Ernesto señala que buscan el apoyo del Gobierno no solo para equipar los quirófanos, sino para sostenerlos en el tiempo y que lleguen a funcionar como lo hace la Unidad de Cardiología (Unicar).
Gracias al sacrificio de su hija, Don Ernesto puede vivir plenamente durante muchos años más; sin embargo, él también desea sacrificarse por las familias guatemaltecas que ya están en espera de un trasplante, para ello emplea su tiempo y sus fuerzas para ver convertido su sueño en una realidad.