Fue el 17 de diciembre de 1989 cuando se emitió el primer capítulo de una peculiar familia “de color amarillo”, que un cuarto de siglo después es conocida en todos los rincones del planeta, va por el capítulo 561, ha ganado 27 Emmys y es la serie de mayor duración de la historia de la televisión estadounidense.
Un éxito sin precedentes de Homero Simpson, el sarcástico patriarca de la familia, su fiel compañera, Marge, sus tres hijos, Bart, Lisa y Maggie, y un sinfín de personajes que adornan esta serie de dibujos animados que se sitúa en Springfield, pueblo en el que viven y en el que la falsa moral, la religión, la política, la televisión, la cerveza y la tenencia de armas son algunos de los temas tratados con gran ironía.
Homero es el cabeza de familia, aunque la suya parezca estar hueca. Ha hecho popular expresiones como "¡D´ho!" o "¡Mosquis!". Es un entrañable fracasado con suerte. Tiene un trabajo de jefe de seguridad en la central nuclear sin preparación previa, una entregada esposa que lo acepta tal y como es, una casa grande y una taberna en la que tomar cervezas con sus amigos después de la jornada laboral.
Todo con lo que cuenta lo ha conseguido sin esforzarse. Es una paradoja que lo acompaña a lo largo de su vida. Sale airoso de todas las situaciones sin emplearse en ello. “Si algo te parece difícil, no merece la pena que lo hagas”, “intentar algo es el primer paso hacia el fracaso”, es su filosofía de vida.
La fiel compañera de Homero, Marge, es la encarnación de las carencias de su marido. La mujer del alto moño azul es inteligente, precavida, razonable, preocupada por su familia y la ama de casa ideal o, como dice su hijo, "aburrida".
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Bart es el mayor de los tres hijos de la familia y, según sus creadores, el menos comprendido por ella. Es tan solo un buen niño de ocho años, con unas cuantas malas ideas y un puñado de malísimas ideas, “cemento fresco... no hay un cartel más bello; bueno sí, Alto Voltaje”, es un claro ejemplo de sus intenciones.
Por su parte, Lisa es inteligente, culta, comprometida con causas sociales y muchas veces incomprendida, idealista y luchadora “sea o no sea científicamente real, el alma es el símbolo de todo lo bueno que hay en nosotros”, defiende ante la despreocupación de su hermano.
Maggie, la niña que nació hace 20 años y todavía no ha aprendido a hablar, es el testigo mudo de las aventuras de su familia.
Además de la familia Simpson, la serie cuenta con una colección de héroes y villanos, como el entrañable vecino Ned Flanders, o el médico de confianza de los Simpson, el Dr. Hibbert.
Entre los malvados, el protagonismo principal se lo lleva el despiadado Sr. Burns, propietario de la fábrica donde trabaja Homero.
Matt Groening
Detrás de todos estos personajes está la figura de Matt Groening, el creador de esta peculiar serie, inspirada en su propia familia. Su padre se llama Homero, su madre Margaret y sus hermanas Lisa y Maggie.
También el lugar que inspiró la serie. "La llamé Springfield por Springfield, en Oregón", confesó Groening, quien se crió en Portland, ubicada en ese mismo Estado, una urbe situada 180 kilómetros al norte de Springfield.
"La única razón fue porque cuando era un niño el programa de televisión 'Father Knows Best' tenía lugar en la ciudad de Springfield y yo estaba entusiasmado porque imaginé que era en la que estaba cerca de Portland. Cuando crecí me di cuenta de que era un nombre ficticio".
Desde su creación, Los Simpson se han convertido en objeto de estudio como una referencia crítica de la familia media estadounidense. La serie se ha caracterizado por mostrar una realidad, ridiculizada y exagerada en muchas ocasiones, pero que, en esencia, guarda los problemas y situaciones de la vida real.
El alcohol junto con la televisión tienen su sitio en el mundo “simpsoniano”. La cerveza Duff acompaña a Homero en su vida cotidiana como una vía de escape, de diversión o simplemente, y lo que más desasosegante resulta, como una costumbre, “cerveza: causa y solución de todos los problemas”, reconoce cabizbajo.
Es en todo esto, quizás, donde reside el éxito que ha convertido a una serie de dibujos animados en la más larga de la historia de la televisión estadounidense. En su 25 aniversario, para los Simpson no pasa el tiempo, no envejecen, aunque sus vidas se adaptan a los nuevos tiempos y siguen ofreciendo sonrisas e ironías a sus millones de televidentes.