Antes de autorizar la entrada de una docena de periodistas al túnel, el oficial de prensa de la Procuraduría de la República de México advierte: “El lugar puede ser muy riesgoso. Nosotros no asumiríamos la responsabilidad, se los quiero dejar muy claro. Fue hecho con un propósito y ese propósito ya se cumplió”.
Así relatan la experiencia los periodistas de Univision Noticias que ingresaron al túnel por el que Joaquín “el Chapo” Guzmán logró escapar de la cárcel de máxima seguridad de El Altiplano.
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El tour comienza en el cobertizo de ladrillo que ocultaba la salida del túnel y que se levanta en el costado izquierdo de la casa que construyeron los cómplices de Guzmán, durante el último año, sobre una loma de Santa Juana Centro, a poco más de un kilómetro de distancia de los linderos de la cárcel, en el municipio de Almoloya de Juárez.
La escena del crimen se mantiene intacta, dicen los policías federales y los fiscales encargados de custodiar el edificio, que igual van tocando la evidencia o cambiándola de sitio.
En esa especie de depósito hay dos cubetas y una carretilla con las que los cómplices de Guzmán transportaban la tierra que iban sacando del túnel. Hay tubos sobrantes de PVC de 110 milímetros, los que fueron utilizados para armar el ducto de ventilación que corre a través del techo del túnel.
También hay electrodos para soldadura, botes de aceite para surtir la planta eléctrica de cuatro toneladas que daba luz al pasadizo, listones de madera y un esmeril profesional.
Tirados por el suelo del cobertizo y arrugados sobre una mesa, hay varios trozos de cartón amarillo utilizados por los peritos para marcar con números cada prueba y hacerle fotografías. Que eso ya no importa, dicen los policías, porque de todo tienen registro.
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¿Y las decenas de colillas o tapas de gaseosas regadas por el piso? ¿Son estas parte de la evidencia? ¿Fumaban tanto los sospechosos? “Nah, puede que sea de toda la gente que ha pasado por aquí estos días”, responde un funcionario.
El primer tramo del descenso es a través de un boquete rectangular, del que se apoya una escalera rústica de seis peldaños. Acaba en una cámara oscura, donde está una planta eléctrica de cuatro toneladas conectada a un tablero de conexiones, un montículo de escombros y una colcha verde empantanada.
La anchura del pasadizo se reduce en el espacio donde está la motocicleta en la que “el Chapo” se habría transportado hacia la salida y que, en lugar de rueda delantera, lleva al frente una carriola que se desplaza sobre dos rieles tubulares. El tanque, transparente, tiene todavía un combustible rosado.
Hasta donde la vista alcanza, el túnel describe una línea recta. Cada quien avanza encorvándose según su estatura, esquivando el tubo blanco de ventilación que corre por el lado izquierdo del techo y el cable grueso de electricidad conectado a la planta y extendido en todo lo largo.
*Con informacion de Univisión.com