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La recomposición de las mafias en la Junta Directiva del Congreso

  • Por Soy502
14 de noviembre de 2016, 15:50

Mientras los estadounidenses se preparaban para votar por Donald Trump, en Guatemala los diputados maniobraban para realizar otra elección: la de la Junta Directiva del Congreso.

Al final, no se logró reelegir el veterano Mario Taracena, quien luego de un año de empujar reformas en el Organismo Legislativo, se ganó la animadversión de los diputados y la burocracia parlamentaria. Tampoco logró los suficientes votos Nineth Montenegro, quien temporalmente pareció definirse como una opción alterna. 

El favorecido por los congresistas fue Oscar Chinchilla, un diputado de la bancada Compromiso Renovación y Orden (CREO), quien llegó a la política de la mano del ex presidente y ex alcalde Oscar Berger.

Además: El nuevo presidente del Congreso es amigo de juventud de Jimmy Morales

Comparto la opinión de los analistas que han señalado ya que no esperan resultados positivos de esta Legislatura. Por el contrario, la elección se percibe como un reposicionamiento de las mafias, que buscan retomar los espacios perdidos en el último año y van en buen camino de lograrlo. 

En el caso del Congreso, no se trata solamente de los antecedentes del señor Chinchilla, quien al parecer tiene una vieja relación de amistad con el presidente Jimmy Morales. Según reportes de prensa, el mandatario y sus alfiles en el Legislativo habrían intervenido directamente en la conformación de esta Junta Directiva.

El problema es más profundo que una simple afinidad personal o una cercanía política. Ahora que existen procesos en contra del hijo y el hermano del presidente Morales y una investigación centrada en el vicepresidente, Jafeth Cabrera, los incentivos han acercado a los líderes de la "Vieja Política" con los de la supuesta política reformada, que pasada la inspección inicial, resulta ser la misma de antes. O peor.

Tanto los presos VIP del Mariscal Zavala, los prófugos y los sobrevivientes del tsunami iniciado por el Ministerio Público y la CICIG buscan paralizar cualquier proceso de sanción o reforma, para que las cosas vuelvan a la "normalidad", entiéndase a la práctica de los negocios oscuros, las transas y la corrupción.

Es muy difícil tener esperanza en la directiva de Chinchilla, cuando el segundo vicepresidente, miembro de FCN, Eduardo Ramiro de Matta, tiene encima un proceso por violencia contra la mujer. Cuando el tercer vicepresidente, Marvin Orellana, fue el que casi estuvo dispuesto a irse a los golpes con Taracena por la oficina de Luis Rabbé.

Otros integrantes de la nueva Junta Directiva destacan por denuncias serias en su actuar como funcionarios públicos o por sus vínculos con las redes mafiosas de la política.

Por ejemplo, la quinta secretaria, Aracely Chavarría de Recinos, ex diputada del PP y ex gobernadora de Santa Rosa, fue acusada por la propia Contraloría de Cuentas de malversar 80 mil quetzales. Además, es esposa de Rubelio Recinos, el cuestionado ex alcalde de Barberena, uno de los tantos caciques regionales que acaparó la alcaldía por varios períodos para tejer una red de nepotismo, de la cual Chavarría de Recinos es parte medular.

Además: La Corte Suprema de Justicia ordena a Rubelio Recinos abandonar la alcaldía

A ello agreguemos que en el nuevo liderazgo del Congreso hay "novatos" que ya mostraron vocación por las viejas maneras. El diputado Marco Aurelio Pineda, hoy segundo secretario de la Junta Directiva, es todo un ejemplo de transfuguismo. Llegó al Congreso de la mano del PP, de ahí se pasó a Lider, de donde saltó a Alianza Ciudadana para recalar en el FCN Nación. Del diputado chiquimulteco Boris España, quien se identifica por ahora con el Movimiento Reformador (es decir, los pupilos de Alejandro Sinibaldi) ni del integrante de UCN, Jaime Lucero, otro dipukid, tampoco me hago ilusiones.

Para quienes repiten con romanticismo o ingenuidad que "Guatemala ya cambió", esta nueva Junta Directiva es como la odiosa alarma del despertador: no, el país no ha cambiado de manera irreversible.

Hay procesos en marcha --y fuerzas sociales-- que exigen un cambio. Pero la esencia perversa del sistema político no ha cambiado, porque los partidos y los líderes que participaron en la campaña de 2015 son los mismos y actúan bajo la misma lógica, los mismos incentivos y las mismas reglas que nos han empantanado. Ese sistema busca usar el poder para el enriquecimiento personal a través de negocios ilícitos, el nepotismo, las redes clientelistas y la impunidad para manejar los asuntos del Estado sin rendir cuentas a nadie.

Las mafias no van a ceder mansamente. Es más, ahora que se han visto cuestionadas, expuestas a luz pública y procesadas criminalmente, tienen renovadas razones para unirse y reivindicar sus intereses comunes desde el Organismo Judicial, el Legislativo, la Presidencia e incluso, desde sus otros operadores políticos y voceros, muy activos con call centers en las redes sociales.

Eso están haciendo. El desafío ahora será vigilar qué acciones ejecutan porque la sociedad exige cambios tangibles, concretos y contudentes, no maquillaje, no graciosas concesiones, no placebos políticos, sino una transformación que nos permita atisbar alguna esperanza de que esta sociedad es viable a futuro.

 

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