El día recién empieza en la comunidad Tipulcan, en San Pedro Carchá, Alta Verapaz. Un manto de niebla abraza las casas de madera y las siembras de milpa. Todo es tranquilidad en este pequeño poblado que es un ejemplo para el mundo, debido a que allí inició un proyecto que permite a las niñas mayas q'eqchi practicar un arte marcial: el taekwondo.
Bajando por estrechas veredas, sin importar la lluvia, y con la ilusión de romper paradigmas a través del deporte, se abren nuevas oportunidades para las niñas de esta comunidad rural, ubicada a 221 kilómetros al norte de la capital.
El deporte como oportunidad de transformación
Ingrid Cucul Sam es una estudiante de la escuela rural Tipulcan, quien sale temprano de su hogar para estudiar junto a sus amigas de cuarto primaria.
Al concluir la jornada de estudio, se dirigen al salón comunal en donde practican taekwondo. Esta es su rutina desde hace cuatro meses. Cucul Sam, junto a 63 niñas, asisten dos días a la semana para practicar este deporte.
El proyecto que busca la práctica de un arte marcial milenario y que además es deporte olímpico con gran arraigo en el mundo, nació el 4 de agosto de 2014, bajo la dirección de los entrenadores Dany y Rudy Coy, de la Asociación de Taekwondo de Alta Verapaz.
"Se empezó trabajando con ocho niñas, buscamos que a través del deporte puedan tener oportunidades de desarrollo y que se reduzca la desigualdad hacia las niñas y mujeres, también que sepan cómo defenderse de cualquier tipo de agresión", expresa Danny, quien junto a su hermano viajan en bus los martes y jueves a esta comunidad.
Este innovador e incluyente proyecto despertó el interés de muchos en el extranjero y llegó a ser del conocimiento del presidente de la Federación Mundial de Taekwondo, quien dio instrucciones para que todas la asociaciones miembro en el mundo sigan el ejemplo de la "niñas de Tipulcán" en Guatemala.
"Para la Federación de Taekwondo de Guatemala es un honor que la Federación Mundial tome como ejemplo nuestro proyecto. Hoy podemos decir que estamos derribando barreras. Nuestras niñas podrán defenderse de cualquier agresión física, pero también recibirán la disciplina y nobleza de nuestro deporte", explica Mari Borello, dirigente del taekwondo en Guatemala y a nivel internacional.
Recientemente, dos voluntarios coreanos estuvieron trabajando en capacitación y apoyando el proyecto en Tipulcan, y varios estudiantes universitarios se han interesado en analizarlo desde su tesis y trabajos de graduación, tal el caso de la mexicana Yasmin Calderón Heredia, quien espera graduarse como Sociología de la Universidad Autónoma de México.
Éxito dentro y fuera de la comunidad
En la actualidad, el proyecto se ha consolidado, sin embargo el inicio no fue fácil: “Empezamos con exhibiciones, los padres han apoyado y están contentos", cuenta Coy.
La escuela funciona desde 1980 y en ella estudian 217 estudiantes de nivel primario, todas ellas mayas q'eqchí.
Lejos de volver violentas a las niñas, este deporte enseña disciplinada y autocontrol, y a la vez abre la oportunidad de destacar en el mundo competitivo y luchar por las medallas.
"Quiero competir en el extranjero y ganar medallas para Guatemala", dice Damaris, quien cursa sexto primaria.
El director de la escuela, Oscar Rey, se muestra satisfecho por el aprendizaje de las niñas. "Nos hemos dado cuenta que son niñas disciplinadas, que se esfuerzan en sus estudios y en el deporte", aseguró.
Pero lo más importante, es trabajar en las oportunidades para que las niñas de esta y otras comunidades rurales puedan vivir una vida plena, con las mismas posibilidades de los niños. En Tipulcán, el taekwondo ha trazado esa ruta y hoy es ejemplo para el mundo. El futuro dirá hasta dónde el deporte pudo transformar la vida de las mujeres.