Ningún maquillaje está completo sin la aplicación de polvos. Éstos tienen la función específica de sellar la base y darle mayor duración, a la vez que emparejan la textura de la piel dándole un acabado liso y pulido. Se aplican después de la base, con una mota para tener un acabado más denso o con brocha para un acabado más natural y ligero.
Al igual que las bases, existen diversos tipos, colores, texturas y acabados. Básicamente podemos hablar de polvos compactos y polvos sueltos.
Los polvos sueltos se recomiendan para sellar el primer maquillaje, el de la mañana, y darle al rostro un aspecto natural y fresco. Los polvos compactos son recomendados para retoques a lo largo del día gracias a la facilidad de poder llevarlos en el bolso.
En los acabados existen los matificantes, que quitan el brillo de la piel y ayudan a que se vea sana y sin brillos. También existen los polvos iluminadores que dan a la piel un glow especial; los tránslucidos que no aportan color, sólo dan el acabado final a la base sin cambiar el tono de la misma; y los polvos bronceadores que son los favoritos de quienes gustan de verse morenitas sin exponer la piel a los daños causados por el sol.
Últimamente se ha puesto de moda el maquillaje mineral. Por lo regular son cosméticos que contienen menos ingredientes químicos. En su lugar, usan partículas minerales que ayudan al bienestar de la piel.
Existen también los "maquillajes compactos" que son como una base en textura de polvo, y que por lo mismo no requiere de la aplicación de base previa ya que es un producto dos en uno. Se recomiendan para looks de diario o casuales, donde no se requiera tanta cobertura ya que su duración no es muy larga y por lo mismo se necesita retocarlos varias veces al día.
Siempre es importante recordar que hay que elegir el tono más parecido a tu piel, nunca más obscuro porque al aplicarlos se verá la diferencia de color en el cuello.
Así que no olviden llevar una polvera coqueta en el bolso para retocarse a lo largo del día y estar siempre bellas.